El último eufemismo neoliberal

Ignoro quién inventó la cosa, pero creo que ha sido Felipe González (Opinión, 9 de junio) el que por primera vez ha utilizado en ese periódico lo del "Estado grasiento", que en realidad no es más que el en otro tiempo llamado Estado de bienestar, hoy paradigma de la ineficiencia. El eufemismo está en el "desengrase", operación consistente en que el Estado y las empresas se liberen de regulaciones y reduzcan su personal. Así, todos -instituciones y personas- seremos esbeltos y flexibles modelos aptos para la pasarela de la moda, el último canon, la propuesta suprema del sistema que viene sustituyendo a la solidaridad, al amor, al conocimiento, al civismo y a otras antiguallas propias de pueblos primitivos. Menos mal que, en la sección internacional del mismo día, EL PAÍS dice algo de la otra cara de la moneda: "el cinturón aturdidor" para los presos norteamericanos, capaz de calmarlos con una dosis de 50.000 voltios -eso sí, con los amperios escasos-. Así se podrá desengrasar el cuerpo de policías y funcionarios de prisiones, que lógicamente engorda a la par que la impresionante (e impresentable) población penal norteamericana. Dice Pierre Bourdié, en Contrafuegos, que en California, que tiene la universidad más prestigiosa del mundo, el presupuesto que requieren las cárceles es superior, desde 1994, al de las universidades. Atención, pues, a los eufemismos que importamos.- .