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Tres perros devoran los cuerpos de una pareja y su hijo muertos a tiros hace días

La Guardia Civil investiga la muerte de tres miembros de una familia, un hombre y una mujer de unos 35 años y su hijo de unos 14, que fueron encontrados en el interior de un chalé de una urbanización situada entre los términos de Benicarló y Peñíscola, en Castellón. Los cuerpos presentaban numerosas mordeduras de los tres perros de la familia, dos rottweiler y un pastor alemán. La investigación descarta que los animales causaran la tres muertes y sospecha que el padre asesinó a su esposa y a su hijo y después se quitó la vida.

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Perplejidad de los vecinos

Los fallecidos son María Teresa Arán Zaragozá y Manuel Flos Comes y su hijo adolescente Joel. La Guardia Civil fue quien halló los tres cuerpos sin vida y casi devorados por los perros después de que otros familiares del matrimonio, ante la falta de noticias, dieran la voz de alarma. Los tres cadáveres estaban en el interior del domicilio familiar, un chalé situado en el número 14 de la urbanización conocida como El Corral de Petiquillo, una zona de montaña algo aislada y donde viven unas pocas familias. Los cuerpos estaban en avanzado estado de descomposición, lo que hace suponer que llevarían muertos unos 10 días. La magnitud de los desgarros provocados por los animales hizo pensar en un principio a los responsables de la investigación que los canes habían matado a dentelladas a sus amos, lo que luego ha sido descartado totalmente.

El juzgado número dos de Vinaròs, encargado de la instrucción del caso, ha decretado el secreto del sumario, por lo que no hay versión oficial de los hechos. Sin embargo, fuentes de la investigación han explicado que la principal hipótesis con la que se trabaja es que el padre asesinara a su esposa y a su hijo y posteriormente se suicidase. Corroboraría esta teoría el hecho de que la madre y el hijo fueran encontrados en distinta estancia que el padre, al lado de cuyo cadaver se halló una pistola.

La autopsia de los cuerpos, que se realizará hoy en el cementerio de Castellón, será la que confirmará o no las sospechas de la policía. A la espera de los datos que arroje la necropsia, tampoco se descarta la posibilidad de que una cuarta persona cometiese los crímenes.

Las sospechas de los familiares de que algo extraño ocurría las desató una llamada del colegio a la tía de Joel, Josefa Zaragozá, alertándola de la ausencia del joven a las clases desde hacía varios días, algo no habitual en Joel, a quien se consideraba un buen estudiante. Josefa se limitó a dar el teléfono móvil de los padres del chico a los responsables del colegio para que intentaran ponerse en contacto con ellos y no tuvo ninguna otra noticia hasta que la hermana de la fallecida le comunicó ayer por la mañana los hechos.

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Los vecinos tampoco sospecharon nada hasta la llegada de la Guardia Civil, a pesar de que sí se habían dado cuenta de que la casa llevaba varios días con la luz encendida y la puerta principal abierta. También faltaba desde hacía días uno de los dos coches de la familia.

Los vecinos señalaron que los perros que tenía la familia "estaban muy bien adiestrados y se llevaban muy bien con sus dueños" y no habían causado ningún problema en el vecindario. La mayoría de las viviendas de esta zona, apartada de cualquier núcleo urbano, tienen perros guardianes. La Guardia Civil, cuando llegó al lugar de los hechos, tuvo que recurrir a un veterinario para calmar mediante sedantes a los animales, que tardaron una hora en dormirse.

Perros sacrificados

Los responsables de la investigación sostienen que los animales devoraron los cadáveres de sus amos después de estar diez días desatendidos. Los tres perros, de gran tamaño, llegaron a mutilar los cuerpos y a arrancar la cabeza de uno de los cadáveres, esparciendo los restos por toda la parcela. El veterinario que atendió a los tres animales confirmó ayer que habían sido sacrificados por orden de la juez instructora y de los familiares. Esta decisión se tomó después de que la familia se negara a hacerse cargo de los tres canes, que no reconocían a nadie y atacaban a todo el que intentaba acercarse a ellos.

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