Ángela Molina rueda con su hija una historia de rivalidad sexual
Olivia Molina debuta como protagonista en la película "Jara", de Manuel Estudillo
En Borox, un pueblo de la provincia de Toledo, Ángela Molina rueda Jara, la primera película de Manuel Estudillo y la primera película de su hija Olivia, que con 18 años protagoniza el filme. "Mi hija es como yo, pero con algo más", asegura la actriz. Más grande y alta que su madre, con una melena entre castaña y rubia y con la huella genética clavada en los ojos, Olivia Molina rodó ayer la escena en que su madre (sin consanguinidad en la ficción) la vende a un prostíbulo movida por los celos y la rivalidad sexual. "Es extraño. Con todo el dolor de mi corazón me ha tocado estar en otro bando y contra mi hija".
Con un presupuesto de 290 millones de pesetas, después de cuatro años con el proyecto bajo el brazo y con un reparto en el que destacan actores como Chete Lera, Juan Echanove, Kiti Manver y Javier Gurruchaga, Manuel Estudillo (Badajoz, 1964) ha comenzado en Extremadura y Toledo el rodaje de su primera película. El director asegura que juntar a Ángela Molina y a su hija no obedece a ninguna estrategia de promoción, que desde un principio contaba con la madre para uno de los personajes principales, pero que después de ver las pruebas de 400 aspirantes al papel protagonista, el representante de la actriz le habló de la posibilidad de probar a su hija mayor, que había rechazado ya algunas ofertas anteriores para el cine y que ya trabajaba en el teatro como actriz. "Sólo necesitamos una prueba para decidirnos", asegura el director, que al hablar de su película recurre a frases como "es una historia de amor salvaje y sin prejuicios... de instintos".
Estética y rigor
El relato de una joven muda criada en soledad ("que no tiene nada que ver con El pequeño salvaje, de Truffaut"), que ignora los códigos sociales y que no se plantea barreras ante sus deseos sexuales el día en que conoce al joven (Sergio Peris Mencheta) que precipita el drama del filme, centra un relato situado a principios de siglo "porque es más romántico", explica Estudillo. "El rigor histórico lo conocemos para saltárnoslo. No me interesa el rigor, sino la estética y la historia", añade Estudillo, que afirma que su historia empieza con una fuerte dosis erótica, pero que desemboca en puro romanticismo. Olivia Molina se puso por primera vez delante de una cámara hace diez años en un documental sobre el arte judío en Toledo; en él interpretaba a una niña judía que recorría las calles de la vieja ciudad sefardí. "A través de ella, el documental recuperaba ese pasado nuestro judío tan rico", señala orgullosa la madre, que afirma que no ha querido fomentar demasiado en su hija su vocación artística, "porque quien la lleva dentro no necesita nada, la saca tarde o temprano, y es mejor no precipitar las cosas". "Yo, además, quería terminar mis estudios", puntualiza la hija, para quien su madre no es "una sombra, sino una luz". "Para mí no existe nada mejor que poder trabajar al lado de lo que más quiero".
Ángela Molina afirma que no vigila el trabajo de su primogénita, que habla con ella, pero que nunca le da consejos porque en esto "no hay consejos que dar". "Estoy muy contenta de poder acompañarla en su primera película, pero no quiero decirle nada que ella no me pregunte. Hablamos mucho, pero yo no presiono. Es extraña la sensación de que tu hija sea la protagonista del filme en el que trabajas, es emocionante, me hace sentirme muy chiquitita. O como que mi hijo Mateo se vaya a Cuba a estudiar cine. Están creciendo mucho".
Babelia
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