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La crisis de la dioxina le cuesta la mayoría al Gobierno de Bélgica

La coalición de socialcristianos y conservadores que gobierna Bélgica perdió ayer la mayoría parlamentaria en las elecciones generales. Los electores castigaron con dureza al partido del primer ministro Jean-Luc Dehaene (socialcristiano flamenco) y, en general, a los cuatro partidos que formaban la coalición, que han perdido 18 de los 82 escaños que tenían.

Los grandes triunfadores son los verdes, que duplican su presencia en la Cámara, y los liberales, que, aunque han subido menos de lo esperado, han sido los ganadores y se disponen a gobernar. La crisis de la dioxina ha disparado el voto verde. Pero su efecto más inmediato ha sido el desarbolamiento de la coalición de socialistas y conservadores. Según las extrapolaciones de voto realizadas ayer, y a falta de datos oficiales sobre el escrutinio, los liberales -con 24 escaños en la zona flamenca y 19 en la francófona-, incrementan en cuatro diputados su presencia en la Cámara y son el primer partido en ambas áreas lingüísticas.

Si los sondeos publicados anoche se confirman, liberales y socialcristianos sumarían 76 escaños, justo la mayoría absoluta de un Parlamento formado por 150 diputados. Algunos barones del socialcristiano flamenco (CVP), el partido que ha dominado la vida política belga en los últimos 50 años, defendían la necesidad de no pasar a la oposición y seguir en el Gobierno, aunque sea como los segundos del Ejecutivo.

El líder de los liberales francófonos, Louis Michel, perfecto bilingüe, aspira a formar Gobierno, aunque el partido más votado en el conjunto del país ha sido el de los liberales flamencos. Si Michel fuera investido jefe del Gobierno sería el primer francófono que ocupa el cargo desde hace muchos años.

La derrota del Ejecutivo se ha fraguado en las dos últimas semanas. Aunque las encuestas ya dibujaban desde hace meses un recorte de sus expectativas de voto, la magnitud de la derrota sólo se explica por el trauma que viven los ciudadanos desde que estalló la llamada crisis de la dioxina, que durante días provocó el sacrificio de decena de miles de pollos, ganado porcino y ganado vacuno.

Los electores flamencos han sido particularmente duros con el Gobierno. Han castigado al partido del primer ministro, que ha pasado de 29 a 21 escaños, y a los socialistas (de 20 a 14). En la parte francófona, el castigo ha sido algo más suave. Los socialistas han caído de 21 a 18 diputados, y los socialcristianos, de 12 a 11.

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A pesar de lo que se temía, el descontento popular no ha sido capitalizado por la extrema derecha y ha beneficiado sólo a los ecologistas. Los verdes han duplicado sus escaños en Flandes (donde pasan de cinco a 10) y han crecido también espectacularmente entre los votantes francófonos (de seis a11).

La extrema derecha ha mejorado algo, pero muy poco. Los xenófobos flamencos del Vlams Blok han mejorado sustancialmente, al pasar de 11 a 14 diputados, pero los neofascistas del Frente Nacional han retrocedido y han perdido uno de sus dos diputados.

El Vlams Blok se ha situado como el partido más votado en varias ciudades importantes, como Gante, Malinas y Amberes, pero en esta ciudad, capital económica de Flandes, se ha quedado, con algo menos del 25%, lejos del objetivo del 35% que se había fijado.

El recuento de votos era anoche de una lentitud exasperante, a pesar, o precisamente por, la instauración del voto electrónico en muchas circunscripciones. Siete horas después del cierre de los colegios electorales, el Gobierno aún no había facilitado ningún porcentaje de votos global.

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