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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El valor del voto

Cerca de 34 millones de ciudadanos mayores de edad están llamados hoy a elegir a unos 65.000 concejales (que a su vez designarán luego a más de 8.000 alcaldes) y a los 64 diputados que representan a España en el Parlamento Europeo. Simultáneamente, 19 millones de electores de 13 comunidades autónomas -todas, salvo Galicia, País Vasco, Cataluña y Andalucía- designarán a los 785 diputados de unos Parlamentos cuya primera tarea será nombrar a los presidentes de los Gobiernos regionales. La democracia moderna desborda el estricto marco estatal para extenderse a todos los ámbitos decisorios del poder. En el escalón más cercano a los ciudadanos están los ayuntamientos, pero la triple urna de hoy escenifica mejor que ninguno esa extensión del ejercicio democrático del voto a las entidades intermedias -comunidades autónomas- y a otras supraestatales de corte federal, como el Parlamento Europeo. Las elecciones que se celebran hoy tienen, pues, entidad propia y son básicas para el funcionamiento pleno de una democracia. No hay por qué compararlas con las legislativas, como a veces se hace, ni considerarlas como primarias de confrontaciones ulteriores. Sería desmerecerlas o desnaturalizarlas.

Esta democracia a todos los niveles es inviable sin el esfuerzo y el compromiso de los ciudadanos. Con la triple cita de hoy son ya 22 las elecciones celebradas en España en los últimos 22 años. Un promedio que puede provocar algún cansancio, alimentado no pocas veces por la deplorable actuación de los políticos en campaña, más interesados en zaherirse que en exponer sus programas. Pero, por más que votar se haya convertido en un ritual a veces poco estimulante, sigue siendo un ejercicio de soberanía insustituible. Y basta recordar los 40 años de dictadura que padeció este país hasta tiempos bien recientes para darle todo su valor al ejercicio del voto. Al fin y al cabo, la democracia es el único sistema político que permite a los ciudadanos elegir periódicamente a sus gobernantes. Afortunadamente, en ninguna elección, ni siquiera legislativa, está en juego la existencia misma del sistema democrático. Pero sí su calidad. Y no hay democracia de calidad si no hay ciudadanos que deliberan y juzgan con su voto la marcha de los asuntos públicos. De ahí la importancia y el valor de la cita electoral de hoy.

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