Carta explosiva para tres cónsules
"Italianos de Córdoba no asaltaron el viceconsulado. Si Pietro Lano y Mata Pavón continúan mintiendo, algunos de ustedes malogran sus cabezas. Tienes tres minutos antes de que el paquete no estalle". Éste era el mensaje - críptico, enrevesado y en un mal caste-llano- que contenían las tres cartas bomba enviadas el lunes y martes pasados al Consulado General de Italia en Barcelona y a los vicecónsules de este país en Burgos y Zaragoza. La policía tiene por cierto que "los italianos de Córdoba" no son otros que los que mataron en esa ciudad a dos mujeres policías el 18 de diciembre de 1996. Los mismos que el próximo 14 de julio serán juzgados por asaltar dos semanas antes el viceconsulado de Italia en Málaga. Las cartas bomba pueden ser una advertencia de un grupo anarquista, aunque la policía no tiene nada claro. Claudio Lavazza, de 48 años, Giovanni Barcia y Giorgio Eduardo Rodríguez, ambos de 42 años, fueron condenados hace doce meses a 48 años de prisión por el atraco al Banco Santander de Córdoba, que acabó con la muerte a tiros de las policías municipales María de los Ángeles García y María Soledad Muñoz. Michele Pontolillo, un cuarto integrante de la banda de la nariz (llamada así por usar caretas y narices postizas en sus golpes), sólo fue sentenciado a tres años de cárcel por robo.
El grupo, comandado por Lavazza, formaba una peligrosa y profesional organización de secuestros, extorsiones y robos a bancos. El larguísimo historial del jefe de la banda incluye una reclamación internacional por su presunta implicación en el asesinato de un funcionario de prisiones en Italia.
La banda se especializó en España en atracos a bancos, planificados al milímetro. Siempre provistos de chalecos antibala por si surgían problemas con un guarda o un policía. Todos los golpes con éxito y con un buen botín en el bolsillo...hasta el perpetrado en Córdoba en diciembre de 1996.
Ese día, los gángsteres se apoderaron de 71 millones de pesetas en crudo (en efectivo), nueve kilos de oro y un lote de joyas. Al escapar, tomaron como rehén al guarda jurado Manuel Castaño Pinedo, que resultó gravemente herido por disparos. Las agentes García y Muñoz intentaron frenar su escapada y fueron ametralladas sin piedad.
"No me gusta discutir"
En el juicio celebrado hace un año por aquellos hechos, el jefe de la banda se negó a responder a las preguntas de las seis acusaciones. "Soy anarquista y no me gusta entablar discusiones con los tribunales". Eso fue lo que dijo. Pero el clan italiano tiene todavía asuntos pendientes con la justicia española. Condenado por otros robos en Salamanca, Albacete y Zamora, el grupo será enjuiciado el próximo 14 de julio -iba a ser esta semana, pero se ha retrasado- por su presunta implicación en el extraño asalto ocurrido el 4 de diciembre de 1996 en el viceconsulado de Málaga.
Los autores de aquello maniataron y encerraron en un baño al vicecónsul adjunto, Pietro Lano, y a su colaborador Jorge Mata Pavón para robar pasaportes, sellos, documentos y dinero. Antes de huir, uno de los ladrones les forzó a grabar en cinta magnetofónica un mensaje "contra los jueces y la justicia italiana y a favor de los presos italianos".
Pietro Lano y Mata Pavón son precisamente los dos nombres que figuran en la nota incluida en las tres cartas bomba desactivadas en Barcelona, Burgos y Zaragoza. Aunque en el texto sólo se hacía referencia al asalto de un viceconsulado, sin especificar de qué país ni en qué ciudad, la policía no tardó en atar cabos y descubrir que aludía a lo sucedido en la oficina consular de Málaga en 1996.
Siendo un asunto aparentemente menor y limpio -sin muertos ni heridos- la policía no se explica quién ni por qué tiene tanto interés en advertir que "los italianos de Córdoba no asaltaron el viceconsulado". Lano reconoció fotográficamente, en enero de 1997, a Lavazza, Pontolillo y Barcia como a tres de los asaltantes del viceconsulado. Mata, por idéntico sistema, sólo identificó a Pontolillo, según fuentes policiales.
"Si Pietro Lano y Mata Pavón continúan mintiendo, algunos de ustedes malogran sus cabezas", se advertía en la nota pegada a las tres cartas bomba. ¿Intenta alguien amedrentar a ambos de cara al juicio en el que están llamados a declarar como testigos del asalto?
Un mando policial opina que la advertencia "parece una reivindicación de tipo ético" efectuada por un grupo anarquista. "Es como si alguien", añade, "tuviera gran interés en demostrar que los acusados no son los autores. Es como si otra organización quisiera reivindicar que el asalto fue obra suya y no de los atracadores de Córdoba".
Esta hipótesis tiene su lógica. Parece casi más lógica que la que apunta a que los autores del envío de las tres cartas bomba sean amigos o correligionarios de los italianos acusados del robo. Porque ¿qué supondría para éstos salir absueltos en el juicio al que se enfrentarán en Málaga, si ya tienen a sus espaldas una condena de 48 años por el asesinato de las policías?
El director general de la Policía, Juan Cotino, declaró en enero de 1997 que los homicidas de las dos agentes "parece que pertenecieron en su día a grupos anarquistas italianos que tuvieron incluso alguna vinculación con grupos de las mismas características en España y que habían derivado en la delincuencia criminal".
Un caso con muchas preguntas que ni el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, es capaz de responder. "Puede haber una vinculación [entre los detenidos en Córdoba y las cartas bomba] pero aún no me atrevo a introducir siglas de ningún grupo, ni a relacionarlo con grupos que están operando en Italia", ha dicho Mayor. Éste reconoce que se investiga a un grupo anarquista que podría estar asentado en España. Sin más datos.
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