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ELECCIONES 13-J

El rostro y el gendarme

Luis R. Aizpeolea

El ayuntamiento le pone rostro a la Administración. Es el último eslabón de una acción política, lo que hace al ciudadano percibir a su alcalde como el gestor real. Es verdad que servicios determinantes como la educación, la sanidad o incluso la regulación de los horarios laborales están en manos autonómicas. Pero al municipio le queda un importante activo: la discrecionalidad con que hace aplicar algunas normas superiores. Es una ley autonómica la que impone los requisitos y horarios de un cine o un teatro, pero es la policía municipal la que lo puede cerrar. Los ayuntamientos quieren más poder: en vivienda, en políticas de empleo y en educación, algo que las comunidades no están dispuestas a soltar.

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