La eterna polémica del urbanismo

El urbanismo ha sido uno de los caballos de batalla en los últimos años en Valencia. Los socialistas fueron desalojados del Gobierno municipal en 1991, sin tiempo para poner en práctica el PGOU aprobado en 1989, y los populares lo han desarrollado. Pero, según la oposición, lo han hecho de manera parcial: han cumplido la mayor parte de las previsiones respecto a la construcción de viviendas y muy pocas de las referidas a las dotaciones públicas. Pese a que en Valencia existe un parque de viviendas vacías que supera las 50.000 unidades, la construcción se ha disparado en estos años, que han sido de floreciente actividad para los promotores y constructores. Pero el PP ha sido incapaz de avanzar en la vieja propuesta del Parque Central, un ambicioso proyecto para enterrar la céntrica estación del Norte y obtener una zona verde de casi 30 hectáreas. Se han firmado nuevos convenios con el Gobierno central, pero aún no hay fechas ni financiación. Otro proyecto emblemático del que se ha apropiado el PP y que sigue pendiente es el del Balcón al Mar, un espacio de ocio que se obtendrá tras recuperar para la ciudad la dársena interior del puerto. Pero el más polémico proyecto urbanístico del Gobierno de Rita Barberá es el de la prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez, antiguo Paseo al Mar, para hacerla llegar hasta la fachada marítima. El plan supone la apertura de una brecha en el antiguo barrio marinero de El Cabanyal-Canyamelar, catalogado como bien de interés cultural, con el derribo de 1.651 viviendas y el desalojo de dos millares de vecinos. Éstos se han levantado en protesta: las movilizaciones han sido constantes durante el último año y se han presentado más de 100.000 alegaciones. Pero Barberá ha hecho caso omiso.