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Sexo y vida bohemia

Aunque la transferencia horizontal de genes ocurrida entre Thermotoga y una arquea pueda parecer muy extraña, tales incidentes son más comunes en las bacterias de lo que se pudiera imaginar. Las bacterias no son estrictamente asexuales, con una reproducción exclusivamente por fisión: en ciertas condiciones intercambian información genética en un fenómeno un tanto fortuito análogo a la reproducción sexual. Las bacterias también pueden absorber ADN del medio ambiente, y también sufren el ataque de virus que, después de infectar a la bacteria huésped, se integran en su genoma, introduciendo a veces material genético extraño. Las bacterias no tratan su herencia genética con el mismo respeto que nosotros tratamos la nuestra. Los ingenieros genéticos explotan esta actitud informal típica de la vida bohemia de la bacteria, y utilizan sistemas derivados en última instancia de las bacterias para transferir genes de un organismo a otro. Lo sorprendente, sin embargo, es la proporción en que los genes de tipo arquea están presentes en una eubacteria, dado que las arqueas y las eubacterias tienen el parentesco más lejano posible entre los organismos vivos terrestres. ¿Qué podría significar este fenómeno evolutivo? Las claves podrían estar, en primer lugar, en el hecho de que la Thermotoga maritima parece ser un fósil viviente: un miembro de un linaje de bacterias extremadamente divergente y, por tanto, extremadamente antiguo; y segundo, en el hecho de que la Thermotoga maritima es termófila, al igual que muchas arqueas. En conjunto, el trabajo parece sugerir que la fase de vida más antigua en la Tierra -o al menos la fase más antigua representada por los modernos supervivientes- tuvo lugar en medios extremadamente cálidos, como los asociados con sistemas de salida hidrotermales de calentamiento geotérmico. La idea tradicional del origen de la vida presenta un turbio charco calentado por el Sol, o que quizá obtiene su energía de las tormentas eléctricas. Una nueva perspectiva, sin embargo, plantea que el Sol y la atmósfera poco tuvieron que ver, y que la vida más antigua comenzó explotando el calor de la propia Tierra. La Thermotoga maritima y otros organismos podrían ser los últimos remanentes de un tiempo en el que la vida estaba confinada a las rocas volcánicas, quizá en las profundidades de la Tierra, o alrededor de fuentes termales situadas en el fondo marino. Es posible que los ancestros de las arqueas, extinguidos hace mucho tiempo, y de eubacterias como la Thermotoga, compartieran un infernal ecosistema magmático propio en el que, como las bacterias hoy en día, el intercambio de información genética podía ser habitual. El genoma de la Thermotoga maritima podría estarnos diciendo algo sobre las condiciones que soportaba, o disfrutaba, la primera vida bacteriana de este planeta.

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Intercambios genéticos en los albores de la vida

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