Dávila Miura: "El público me ha sorprendido con la oreja"
Claudia Cardinale ocupaba una barrera. Los de Cuadri se caían, pero la protagonista de La chica con la maleta lucía radiante. La tarde avanzaba mortecina y ahí estaba la Cardinale... feliz y contenta. Hubo que esperar al sexto toro para dejar de mirar a los bajos de la presidencia (con perdón), donde la actriz italiana parecía entusiasmada. Javier Vázquez le brindó su segundo, y ella, feliz y contenta.Y en esto llegó Dávila Miura: "Toda la tarde he intentado mantener la concentración. Era muy consciente de lo que me jugaba". ¿Acaso sabía que le miraba con atención la Cardinale? "No me he dado cuenta". Así, cualquiera. Delante, el último toro de la tarde. O, si se prefiere, la última de las escasas dos oportunidades (una sola tarde) con que contaba Dávila Miura en el ciclo en curso. "Me habían hablado de un sexto toro espectacular", inicia el diestro de Sevilla. "Cuando el puntillero ha fallado, pensé que me iba de vacío. "Será la próxima vez", me dije en ese momento. Sin embargo, el público me ha demostrado durante toda la tarde un cariño increíble. Me ha sorprendido su reacción", comenta sin intentar disimular lo más mínimo su entusiasmo. Claudia, la primera, desenfundó el pañuelo. Hasta el presidente Juan Lamarca, tan remiso a ofrecer trofeos hace apenas cinco días, se rindió a las exigencias de Claudia. "Al hacer el paseíllo", continúa Dávila, "he visto quién estaba en el palco. Ya le había visto antes por televisión en la corrida de Pepín", afirma. Se refiere a la tarde del 1 de junio, en que el citado se mostró inflexible. Ayer, no. Ayer estaba Cardinale.
Calidad por la izquierda
"El toro tenía calidad por el pitón izquierdo"; el torero, a lo suyo. "Me ha dado algunos enganchones, pero he conseguido sacarle algún muletazo bueno", y agrega: "Quería calentar la tarde desde el principio. Por eso me fui en seguida a los medios. Quizá pequé de precipitación. Eso sí, en cuanto le abroché el pase de pecho, me di cuenta de que ése era el lado bueno, el izquierdo".Para el primero de sus toros, el sobrero de los hermanos Astolfi, apenas unas palabras de aliño: "La tarde había empezado difícil. Llegar y que te devuelvan un toro... Era muy manso y nunca ha embestido de verdad. Me he limitado a demostrar ganas y a justificarme". Conclusión: "Soy consciente de que esta profesión es muy voluble, pero debutar en Madrid y cortar una oreja... Es el mejor de mis sueños".
En los tendidos también hubo sueños. La culpa, claro está, de Claudia Cardinale. Javier Vázquez se acercó y le brindó su segundo. "No había visto nada al toro. Era un compromiso. La verdad es que, salvo el sexto, ningún toro tenía nada. Mi primero, con mucho peligro, parado y reservón. El segundo tenía el compromiso de brindarlo, pero tampoco".
Al final llegó Dávila, el único en toda la plaza que no sabía de la presencia de Claudia Cardinale, y toreó. Así, cualquiera.
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