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ELA y LAB exigen soberanía plena para el País Vasco en el ámbito laboral

La central nacionalista ELA, mayoritaria en Euskadi e impulsora junto a LAB, el sindicato próximo a EH, del Acuerdo de Lizarra, anunció ayer las condiciones "míninas" que plantean para aceptar el "nuevo marco jurídico-político vasco". Aunque estos requisitos se limitan al ámbito laboral y social, dibujan un escenario soberanista que desborda el Estatuto de Gernika: se reclama plena capacidad legislativa en materia de empleo y seguridad social laboral, y la garantía de que los tribunales, incluido el Constitucional, no interferirán en ella.

El sindicato que dirige José Elorrieta y LAB han vuelto a ponerse al frente del carro nacionalista para buscar fórmulas concretas que superen el actual marco institucional vasco. ELA, fundada en 1911, ha jugado en los últimos años un claro papel político que ha ido más allá de su carácter sindical. Como sindicato representa a más del 40% de los delegados del País Vasco y desde 1995 mantiene un acuerdo de unidad de acción con LAB, que cuenta con algo más del 15% de la representatividad. Este pacto supuso el primer acercamiento de una organización que condenaba la violencia a otra que no lo hacía y fue un poderoso ejemplo para las conversaciones posteriores PNV-HB.La propuesta que ahora lanzan ELA y LAB ha sido ya analizada por 2.500 cuadros de ambas centrales y se resume en cuatro puntos. En primer lugar, se exige la plena capacidad normativa en materia laboral, de forma que no pueda haber restricciones legislativas desde el Gobierno central. En segundo lugar se reclaman competencias plenas en materia de formación, empleo y Seguridad Social, materias, a su entender recogidas en el Estatuto y nunca desarrolladas. Se exigen luego garantías jurídicas de que el nuevo marco no pueda ser "interferido" por terceros: el poder judicial y el Tribunal Constitucional. "Se trata de seguridad jurídica. Hay que abrir un debate sobre la excesiva utilización de los tribunales en el contencioso vasco. Lo que te dan por un lado que no te lo quiten por otro", explicó Elorrieta.

Y, por último, la territorialidad: independientemente de la solución política que se dé a Navarra, quieren que se reconozca en esta comunidad la representatividad de los sindicatos nacionalistas, sin sufrir discriminaciones. ELA no ha cejado en su empeño de tender puentes al mundo radical; una política que le ha hecho apostar más fuerte e ir por delante de los propios partidos nacionalistas contrarios a la violencia, PNV y EA. Esta apuesta le ha llevado a ser uno de los principales artífices del Acuerdo de Lizarra, suscrito en septiembre de 1998 por las fuerzas nacionalistas vascas e IU, que anticipó la tregua de ETA pocos días después.

Elorrieta ve con optimismo el proceso abierto tras la tregua. "La fase abierta es irreversible e, independientemente del calendario, el sentido común dice que se adoptarán iniciativas que pueden reconducir la situación", indicó. No quiso, en cambio, entrar en los vericuetos del proceso de paz. "Ya no estamos en las claves de detalle del proceso".

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