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GUERRA EN YUGOSLAVIA Política y diplomacia

Los enviados a Belgrado debaten hasta última hora el plan de paz que presentarán a Milosevic

Pilar Bonet

Los representantes de Rusia, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, que se reunieron ayer en Petersberg, cerca de Bonn, para bendecir un viaje conjunto de Víktor Chernomirdin y Martii Ahtisaari a Belgrado, no habían logrado anoche ponerse de acuerdo en una plataforma común que les permitiera mantener un frente único frente a Slobodan Milosevic en Belgrado. El presidente finlandés, Ahtisaari, se mostró convencido de que ambos viajarán juntos hoy a la capital Yugoslava, pero el representante ruso, Chernomirdin, fue menos terminante. "Así lo espero", sentenció, lacónico.

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Ambos se preparaban para una larga noche de trabajo con el vicesecretario de Estado norteamericano, Strobe Talbott. La constelación de elementos para acabar la guerra en Yugoslavia parecía converger ayer hacia un desenlace, más o menos lejano, por primera vez desde que comenzaron los ataques aéreos de la OTAN, el 24 de marzo, pero Chernomirdin, Ahtisaari y Talbott volvieron a toparse con el problema de la composición del contingente internacional pacificador que debe ser enviado a Kosovo.Pasadas las nueve de la noche, en una rueda de prensa conjunta con el canciller alemán, Gerhard Schröder, Chernomirdin dijo que, ya que Rusia ha decidido participar "con su propio contingente" en Kosovo, considera "muy importante" que se regule la relación entre su presencia y la de la Alianza Atlántica.

Ahtisaari, admitió que las conversaciones no habían producido un acuerdo "al cien por cien", pero afirmó que no permitiría al "demonio" de los detalles impedir el viaje programado para hoy, ya que también se trata de aclarar la postura de Slobodan Milosevic. Para Chernomirdin, se trata de su sexta misión a Belgrado. Para Ahtisaari, es la primera.

Schröder calificó de "importantes" los progresos realizados en Petersberg de cara al acercamiento de posiciones, y se mostró confiado en que será posible que los negociadores viajen a Belgrado con una "plataforma común" y mantengan una "representación común" allí. Schröder defendió la doble estrategia político-militar de la OTAN y manifestó que el aspecto militar no era un fin en sí mismo. A juzgar por las señales emitidas desde Belgrado, Milosevic ha cedido -o tal vez claudicado- ante los intensos bombardeos de la Alianza.

Optimismo

Los políticos alemanes no querían lanzar ayer las campanas al vuelo, pero la mayoría de quienes se movían por la tarde en torno a la cumbre de Petersberg, una montaña en las cercanías de Bonn, estaban ansiosos durante el día por dejar entrever su optimismo, pese a las incógnitas, entre ellas los indicios de que el Ejercito yugoslavo es reacio ante una retirada total, y la composición del contingente internacional que debe asegurar la paz en Kosovo. Por la noche, Schröder dijo que estaba lleno de esperanza, pero que no quería caer en la "euforia".Las señales emitidas por el presidente Milosevic en los últimos días han sido indirectas, pero variadas y dirigidas siempre en el mismo sentido. A través de la agencia Tanjug y de una carta de ministro de Exteriores, Zivadin Jovanovic, a su colega alemán, Joschka Fischer, el líder serbio ha hecho saber que acepta las condiciones del G-8. Jovanovic dice estar dispuesto a retirar las tropas serbias de Kosovo, a asegurar el regreso de los deportados y a permitir el estacionamiento de un contingente internacional, pero expresa varias condiciones, según los datos que se han filtrado de la misiva.

Los gobiernos occidentales y la OTAN, escarmentados por su anterior trato con Milosevic, reaccionaron con precaución, pero no siempre se reprimieron en sus declaraciones. En un acto del Partido Social Demócrata alemán en Bremen, Schröder dijo ayer que, por primera vez, desde el comienzo de la guerra de Kosovo, ve una oportunidad de que en "Belgrado se comprenda que el conflicto no se puede ganar, porque no se debe ganar". El canciller señaló que la carta de Belgrado muestra que la firmeza de Alemania y de la OTAN había dado resultado. "Nos mantendremos fieles a nuestro fin de liberar la región y conducirla hacia Europa", dijo Schröder, refiriéndose a Kosovo. "Prefiero pagar dinero para la paz que tener que pagarlo para la guerra", sentenció, en alusión a los costes económicos de la reconstrucción.

Por su parte, Fischer calificó la misiva de su colega yugoslavo como "una importante señal" de Belgrado para la solución de la crisis de Kosovo. La carta, según Fischer, está redactada en un "tono general" e indica una aceptación de los principios del G-8. Fischer, que recibía a un interlocutor del Ejército de Liberación de Kosovo, instó ayer a los albanokosovares a prepararse para negociar.

Para la UE se abría ayer la posibilidad de que las primeras pistas claras para el fin de la guerra en Yugoslavia puedan coincidir con la cumbre que comienza mañana en Colonia. Con ello se cerraría el ciclo que comenzó el 24 de marzo, coincidiendo con la cumbre de Berlín. Medios gubernamentales alemanes manifestaron que Ahtisaari participará en la cumbre de Colonia, lo que no significa que esté presente físicamente en ella. Ahtisaari, que no acompañó a Chernomirdin en su último viaje la semana pasada por falta de acuerdo, no era partidario de volar a Belgrado, a menos de que su misión tuviera garantías de éxito.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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