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Tribuna
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¿Sentencias?

Dicen que dijo el genial y sentencioso Rafael, El Gallo, que había dos clases de toros y dos clases de toreros: los buenos y los malos. Es posible que hace 70 años fuese así, pero hoy añadiría que también los regulares. Afirmo que El Gallo quizá sea el padre y la madre más trascendente que el toreo ha mamado en toda su historia. Así de rotundo, pero es verdad que llevamos muchos lustros en que abundan las medianías. Hasta el clero ofrece tres alternativas: Padre, Hijo, Espíritu Santo, y cielo, purgatorio e infierno.Y en el toreo, casi todos los espectáculos giran alrededor del numero tres. Tres lidiadores. Tres lotes de toros. Tres tercios. Tres resultados o soluciones. Tres protagonistas: toro, torero, afición, etcétera.

Y echándole un poco de imaginación -salvo excepciones-, los toreros pertenecen a tres grupos: 1. Los toreros que son el toreo. 2. Los toreros que con autoexigencia y disciplina imitan el toreo con personalidad propia. 3. Los toreros que imitan a imitadores o destrozan el toreo.

El curioso lector se dará cuenta de que el primer grupo lo componen dos o tres toreros de cada tres o cuatro décadas. También los podemos denominar como toreros puros. Son referencias eternas del arte de torear.

El segundo grupo lo forman toreros más necesarios para las taquillas que para los aficionados, pues, siendo imprescindibles por su regularidad y entrega, dejan poca huella en su concepción del toreo. En este segundo grupo hay tres subgrupos: los que podrían aspirar al primero, los que son así y los que se han colado o nos han colado desde el tercero. A1 segundo grupo lo llamaremos converso.

Y el tercer grupo lo deforman los toreros por imposición, los que no tienen sentido del ridículo, los imitadores que cambian más que un semáforo y los que vistiéndose de seda monos se quedan. Todos ellos son toreros perversos. Quede claro, aunque me cueste un disgusto, que le tengo más respeto al más modesto de los toreros que a todos los otaneros presidentes de Gobierno, ministros de Asuntos Exteriores, jefes de Estado Mayor, fabricantes y comerciantes de armas, Solana y Milosevic juntos. La violencia en el toreo no pasa de ser un magreo más o menos furtivo comparada con la doble o triple tragedia de los Balcanes y otras muchas que ni nos dejan ver. La especie humana se tiene que armar y rearmar sobre todo de dignidad y sentido común en dirección a la justicia social. Y es compatible ser aficionado al toreo y que las armas, las guerras y sus mantenedores te den náuseas. Traslademos paralelamente a la clasificación de los toreros este negocio militar-político-económico y veremos sólo conversos y perversos. Y sin pureza, el destino es impresentable.

Pero volvamos al número tres en lo que se refiere a grupos de toros: 1. El toro bravo e íntegro. 2. E1 toro prefabricado o manipulado. 3. E1 toro amoruchado o inmóvil, como los de Guisando.

Componen el primer grupo una minoría que empieza a ser alarmante. Los del segundo, al igual que los toreros, algún toro sin manipular, podrían ser del primero, otros son fruto de la época, no se sabe bien por qué, pues, aunque algunos taurinos y el mercado los pide así, todavía no he visto una manifestación a favor de la vulgaridad y el fraude. Y ya son muchos los toros que nos cuelan del tercer grupo, incluso por la caja idiotizante, sin que algún locutor se despeine.

La tauromaquia actual está bajo mínimos, como la economía, la política, las ciencias, las conciencias, los oficios, los beneficios, la credibilidad, la ilusión, las artes o las horteradas. E1 lío en que estamos metidos es morrocotudo.

Por mi parte, con el permiso de algún que otro lector y editor, intentaré aportar luz tauromáquica y paralela a cualquier otro sector, desarrollando la trilogía siguiente:

El toreo puro.

El toreo converso.

El toreo perverso.

Gracias, y hasta pronto.

Ángel Arranz es escritor.

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