El socialista Lagos arrolla en las primarias presidenciales de Chile
Los aires de cambio empiezan a soplar en Chile desde el domingo, tras la proclamación de Ricardo Lagos como candidato a convertirse en el primer presidente socialista desde el golpe militar de Augusto Pinochet, el 11 de septiembre de 1973. Lagos obtuvo una victoria aplastante de más de 40 puntos sobre su adversario democristiano, Andrés Zaldívar (71,38% frente al 28,66% de los votos) en las primarias de la Concertación, la coalición de Gobierno. Lagos será su opción para las presidenciales del 12 de diciembre.
La lucha por ocupar el palacio de La Moneda tiene, a partir de ahora, dos grandes protagonistas: Ricardo Lagos y Joaquín Lavín, el candidato de la derecha, que reivindica el legado de la dictadura pinochetista. Lagos hizo ayer su primera entrada en La Moneda como candidato oficial para recibir la felicitación del presidente Eduardo Frei. Lo dijo el vencedor tras confirmarse el triunfo: "La historia política de Chile no será igual después de hoy, en que decenas de miles, cientos de miles de chilenos eligieron de una manera democrática y transparente al conductor que desean para el próximo periodo". La gran victoria de Lagos lleva pareja en su contundencia la derrota del aspirante de la Democracia Cristiana (DC), la más abultada de este partido en toda su historia y que le impedirá tener por primera vez en 42 años un candidato propio.Ante la evidencia de los datos, Zaldívar reconoció pronto la victoria de su contrincante. "Trabajemos lealmente por Lagos", dijo a sus seguidores. "Por ningún motivo tenemos que dejar de hacerlo, porque estamos en un mismo proyecto". Se despejaban los temores de quienes auguraban problemas en el futuro de la coalición. La dirección de la DC, con Enrique Krauss a la cabeza, presentó su dimisión. Se trata de un gesto, pues estaba prevista su renovación a partir del día 15
Vencedor y perdedor se fundieron en un abrazo ante la mirada de los dirigentes de los partidos del bloque socialista y de la DC y de cientos seguidores de la Concertación. Lagos fue escrupuloso en no herir la sensibilidad de los derrotados socios de coalición y recibió la victoria con un discurso integrador y de consenso. Sus primeras palabras fueron para dejar sentado que era "una noche de triunfo para toda la Concertación y para todo Chile". "Este no es el triunfo de una persona. Éste es el triunfo de los ideales con que se fundó la Concertación".
El vencedor hizo una promesa: "El espacio que hemos abierto a la participación ciudadana es el espacio que marcará el tercer Gobierno que aspiro a encabezar a partir de marzo del año próximo"; asumió un compromiso: "Aquí estamos los que vamos a luchar por el cambio. No nos gusta una sociedad donde muchos tienen poco y unos pocos tienen mucho", y lanzó una advertencia: "Sólo hay que temer a quedarnos inmóviles donde estamos".
Santiago ofrecía una imagen bien distinta de la que ha predominado en los últimos tiempos, en que los grupos pinochetistas que reclaman la libertad del exdictador parecían haberse adueñado de la expresión callejera. El grito "Se siente, se siente, Lagos presidente" resonó en numerosos puntos de la ciudad, especialmente en las afueras del edificio Diego Portales (donde se celebró el recuento) y en el barrio de Bellavista. Hubo escenas especialmente emotivas, como cuando aparecieron Hortensia Bussi e Isabel Allende, viuda e hija del presidente derrocado. Los gritos se transformaron en "Se siente, se siente, Allende está presente" y "El pueblo unido, jamás será vencido", consignas históricas que a los más viejos recordaban tiempos anteriores a la dictadura. Muchos ojos se humedecieron. Por unos instantes se recuperó la ilusión y la esperanza de un cambio en un país cuya vida política ha estado agarrotada por los efectos de un largo autoritarismo. "Tantos años de votar a contrapelo. Ya era hora", clamaba un veterano socialista. Esta vez podrá votar con total convencimiento a un candidato con que se identifican aquellos que reclaman un cambio. La victoria de Lagos fue amplia en todas las regiones, pero adquirió porcentajes espectaculares, superiores al 80%, en las zonas de más pobres, como en el cinturón de Santiago.
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