India acusa a Pakistán de tratar de cambiar las fronteras de Cachemira por la fuerza
ENVIADO ESPECIALEl primer ministro indio, Atal Behari Vajpayee, acusó ayer a Pakistán de intentar invadir el país para modificar sus fronteras en la disputada región de Cachemira, por la que India y Pakistán ya han ido dos veces a la guerra en los 52 años de historia de su independencia. Para Vajpayee, sobre el terreno, se vive una situación parabélica. Pakistán niega estar en guerra con su vecino y se desmarca del golpe dado por unos centenares de milicianos islamistas propaquistaníes que se atrincheraron en el lado indio de la frontera.
Mientras los aviones y la artillería india seguían ayer bombardeando las posiciones de los milicianos, Vajpayee mostraba su disposición a recibir esta semana al ministro paquistaní de Exteriores, Sartaj Aziz. Vajpayee habló en su residencia ante una numerosa delegación de pequeños empresarios preocupados por el cariz que pueda tomar el conflicto. "La nación se enfrenta a una situación parabélica", dijo el primer ministro en tono pausado. "Esto no es una infiltración, sino un ataque encaminado a modificar nuestras fronteras. Quieren empujar la línea de control hacia nosotros"La precaria frontera en Cachemira entre India y Pakistán quedó fijada en 1949, tras la primera guerra entre ambos países y una mediación de la ONU que entregó los dos tercios del territorio a India y dejó el resto para Pakistán. Los dos países volvieron a la guerra por Cachemira en 1965.
La expresión moderada en las palabras de Vajpayee no ocultaba su irritación, al sentirse engañado por el primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, cuando subrayó ante su auditorio que la operación de los islamistas se estaba preparando mientras ambos firmaban en febrero en Lahore una declaración de buena voluntad por la que se comprometían a resolver el conflicto en una negociación.
Los analistas discrepan sobre la implicación del propio Sharif, si bien dan por hecho que algo hubo de aprobar. La iniciativa de la incursión se atribuye unánimemente en Nueva Delhi al Inter Services Intelligence (ISI), los servicios secretos del Ejército paquistaní, históricamente entregados a crear problemas a su gigantesco vecino del este. Los milicianos son de variada extracción nacional -se dice incluso que hay islamistas británicos entre ellos-, aunque la mayoría procede de países musulmanes. La punta de lanza es un grupo indeterminado de afganos, con experiencia bélica, y, de hacer caso a las autoridades de Delhi, militares regulares paquistaníes.
El Gobierno de Islamabad niega su implicación sin que nadie lo crea, dado que los portavoces de los grupos infiltrados hablan sin cortapisas desde Pakistán, y oficialmente se muestra dispuesto a la negociación.
Dispuestos a negociar
Ayer lo manifestó el ministro de Exteriores paquistaní al hablar de su próximo viaje a Nueva Delhi, en fecha aún no acordada. "El objetivo de la reunión es encontrar el modo de rebajar la situación", declaró Aziz en Islamabad, donde no condicionó el diálogo a un alto el fuego previo.India ha incrementado su actividad contra los infiltrados y ha desplazado a la zona varios miles de hombres y equipo militar avanzado, aéreo y terrestre, que encuentra grandes dificultades para desenvolverse en un terreno muy montañoso (los combates se libran a 5.000 metros de altura) y en pleno deshielo. "Hemos dicho a Pakistán que para mejorar las relaciones entre nuestros dos países debe retirar a los infiltrados, incluidos los mercenarios extranjeros", dijo Vajpayee. "De lo contrario, los echaremos nosotros".
India anunció ayer éxitos en su campaña contra los invasores, pero desde el lado paquistaní de Cachemira se decía lo contrario. "Es falso que India haya reconquistado las montañas", dijo un portavoz de una entidad que agrupa a 13 grupos dedicados a la causa de desgajar mediante la guerra santa a Cachemira, con mayoría de población islámica, de India, un Estado secular de mayoría hindú.
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