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Reportaje:

Cuestión de caracteres

Debe ser cuestión de caracteres, pero las reacciones de los vecinos de Villaverde de Trucíos y del Condado de Treviño -ambos municipios ubicados geográficamente en el País Vasco, pero pertenecientes a las comunidades autónomas de Cantabria y Castilla y León, respectivamente- no tienen nada que ver las unas con las otras. Los primeros, instalados dentro de la comarca vizcaína de las Encartaciones, se presentan mucho más resignados que los segundos ante lo que es no sólo un problema de identidad, sino un trastorno cotidiano como refleja el hecho de que en Villaverde disminuya la población empadronada, mientras aumenta la demanda y construcción de viviendas. En Villaverde de Trucíos (380 habitantes), los inconvenientes parten de vivir a más de 80 kilómetros de Santander, más del doble de la distancia que les separa de la capital de Vizcaya, territorio donde realmente realizan la vida diaria. Y en situación similar con respecto a Burgos se encuentra Treviño (1.300 habitantes), un extenso conjunto de suaves valles, 10 veces mayor que el enclave cántabro. El hecho de que administrativamente estos dos lugares dependan de gobiernos ajenos a los territorios en que realizan habitualmente la vida es asumido por sus vecinos de distintas maneras. Así, en Villaverde de Trucíos la injusta situación en que se encuentra el pueblo obtiene el silencio por respuesta por parte de vecinos e instituciones. "Quizás haya algún comentario suelto, pero la gente se ha resignado a las incomodidades. Así, los jóvenes, aunque de hecho viven en Trucíos, se han empadronado en Vizcaya para poder optar a las subvenciones del Gobierno vasco para los autobuses escolares", explica el alcalde Pedro María Llaguno, que se presenta a la reelección una vez más como independiente dentro de la lista de Unión por el Progreso de Cantabria. Entrar en Álava Independientes son también los candidatos principales a los ayuntamientos de La Puebla de Arganzón y Treviño, los dos que forman el condado. Alfredo Oraá, hasta ahora alcalde del primer pueblo, concurrió en 1995 como independiente dentro de las listas del PSOE, pero su presencia en la reciente reunión de ayuntamientos vascos en Pamplona, a la que se oponían los socialistas, ha motivado su ruptura con este partido. Y es que este municipio siempre ha tenido más claro que su vecino Treviño la necesidad de integrarse en Álava. Así, en La Puebla de Arganzón fue el propio Ayuntamiento el que por mayoría aprobó la petición de permisos para la celebración de un referéndum. Mientras, en Treviño, ante la oposición del entonces alcalde Ernesto Argote (PP) de tratarlo en el pleno, fue necesaria una consulta popular. Ésta se realizó el 16 de marzo de 1998. En esa consulta, el pueblo decidió por amplia mayoría (un 68%) que sí quería un plebiscito. Argote terminaría dimitiendo tres semanas más tarde de esos resultados al ver que no contaba con el respaldo del pueblo en su pretensión de que este enclave continuara siendo Castilla y León. Situación ficticia Como se ve, en el condado de Treviño las cosas están claras: el trabajo de la asociación cultural UDA-Treviño en favor del reconocimiento de la condición alavesa del enclave ha sido fundamental para que las instituciones de ambas comunidades autónomas se pongan a trabajar en busca de una solución plausible a un problema que afecta a sus habitantes en las más cotidianas acciones. Sin embargo, las sucesivas citas electorales y la completa negativa del gobierno castellanoleonés a ceder terreno han relegado este asunto por el que UDA continúa trabajando. En Villaverde de Trucíos, se echa de menos ese interés por arreglar una situación ficticia como la que están viviendo. Una circunstancia curiosa a ojos del de fuera que lleva a sus habitantes a necesitar empadronarse en Carranza, Trucíos o Arcentales para poder vivir como los vecinos de estos pueblos, con los que comparten todos los servicios gracias a la generosidad, en muchos casos, de las instituciones vascas.

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