38 tiroteos entre 'narcos' en Ceuta en menos de cinco años
Las refriegas en las calles de la ciudad dejan seis muertos y 31 heridos de bala
Ceuta, una pequeña ciudad de 19 kilómetros cuadrados y 69.000 habitantes, está sobrecogida por la violenta actividad de los pistoleros del hachís. Los narcos han convertido a esa población en un auténtico campo de batalla donde saldan sus cuentas a tiros. En menos de cinco años se han producido 38 tiroteos que han dejado un saldo de seis muertos y 31 heridos de bala. Las víctimas se niegan a delatar a sus atacantes.
La noche del pasado 3 de abril, dos agentes de la Policía Nacional no daban crédito a lo que veían desde el interior de su coche radiopatrulla. Bajo la luz de la luna, un joven con pasamontañas, chaleco antibalas y una pistola de nueve milímetros parabellum se paseaba tranquilamente por una calle de Ceuta, en el barrio de Hadú. Los policías necesitaron 10 minutos de golpes y forcejeos para noquearlo en el suelo.Mohamed Alí Salmoun Lakliouech, un auténtico Rambo, fue detenido y conducido a los juzgados. Cuando llegó el análisis balístico del arma ya era tarde, el mercenario callejero había volado. Un juez confiado le había puesto en libertad provisional. Para la policía, en cambio, era un "profesional".
El magistrado ignoraba que la pistola Llama que esgrimía el mercenario tenía su propia historia. Con ella se había disparado, en otoño, a Mohamed Taieb Ahmed, El Nene, el más afamado e impune de los traficantes de hachís de la ciudad. Pese a su juventud, 23 años, El Nene ha salido ileso de dos intentos de asesinato. Uno de sus sicarios tuvo menos suerte y sufrió la amputación de una pierna, pero al menos ha podido contarlo. La bala salió del cañón de la citada pistola. "Aquí, las bandas de narcos viven en un ajuste de cuentas permanente. Siempre por negocios sucios y rencillas pasionales", explica un mando policial.
Las ensaladas de tiros en Ceuta son un plato casi cotidiano. En los últimos cuatro años y medio, esta ciudad de 19 kilómetros cuadrados y 69.000 habitantes ha sido escenario de 38 tiroteos diferentes con un saldo estremecedor: seis muertos y 31 heridos de bala, muchos de ellos graves. En la mayoría de los casos, los pistoleros del hachís no llevan el pasamontañas del mercenario. Se vengan y ajustan cuentas entre ellos a cara descubierta.
En 1998 se batió el récord: dos muertos y nueve heridos graves en 15 tiroteos, según demuestran las frías estadísticas oficiales. El servicio de urgencias del hospital del Insalud atendió a 13 personas con heridas de bala. "La entrada de personas heridas por armas de fuego se está convirtiendo en algo habitual", señala un enfermero del centro.
Este año las cifras siguen siendo preocupantes y nada parece haber cambiado. En los cinco primeros meses, los vecinos ceutíes han oído siete tiroteos, ha muerto una persona y siete han sido cosidas a balazos, aunque viven para contarlo. Cinco de las refriegas se registraron el pasado mes de abril en sólo 15 días y conmocionaron a la ciudad, que observa impotente cómo tras la batalla los jóvenes narcos se exhiben por las calles a bordo de sus coches de lujo.
Ataques de amnesia
Luis Vicente Moro, delegado del Gobierno, no cesa de repetir que la ciudad puede convertise en una "pequeña Sicilia" si no se pone remedio. Los vecinos, pese a sufrir el paro más alto de España, dicen que su mayor preocupación es la seguridad ciudadana.
En Ceuta, las víctimas de los tiroteos sufren prolongados ataques de amnesia. Nadie denuncia a sus agresores, porque la ley del silencio es sagrada. Los heridos aseguran en muchos casos que se trata de un accidente o que una bala perdida ha atravesado sus piernas por casualidad. En los 38 tiroteos registrados desde 1995, la policía ha encontrado colaboración en uno de ellos. "Aquí las víctimas nunca denuncian. Todos respetan la omerta", se lamenta un mando policial.
El pasado 3 de abril, los ocupantes de una moto ametrallaron a un viejo Ford en el que viajaban tres personas. Mohamed Feisal, un niño de 13 años, recibió un disparo en el brazo; Milud Layachi L.M., de 18, un impacto en el glúteo, y Abdehalak Mohamed un balazo en el pulmón. Todos ingresaron en el hospital, el último grave. Abdehalak Mohamed conocía bien el quirófano de urgencias. Hace un año, la mafia del hachís le había tiroteado en las piernas. Cuando la policía le interrogó en su habitación su versión fue la habitual: "Paseaba por ahí y me crucé en medio del tiroteo. No tengo nada que ver".
Los agentes se esforzaron en hacerle ver que con dos intentos de asesinato en tan poco tiempo nada tenía que perder; que probablemente no sobreviviría al tercero. Dos días después, el herido recapacitó y llamó a la enfermera: "Quiero ver a la policía". Cuando los agentes acudieron a su habitación se encontraron con una grata sorpresa. Por fín un herido quería reconocer a su agresor. "Ha sido El Nene. Lo conozco desde pequeño y no puedo equivocarme". Con su declaración firmada la policía detuvo al conocido narcotraficante y lo puso a disposición judicial.
Un pulmón atravesado
El juez tardó varios días en ratificar la declaración y cuando se presentó en el hospital para hacerlo, el herido ya había sido dado de alta. Se corrió la voz de que la justicia buscaba a Abdehalak y éste compareció horas más tarde en el Palacio de Justicia, pero... en compañía del abogado de El Nene. Flanqueado por el letrado de su presunto agresor, Abdehalak, con su pulmon atravesado, se desdijo de su versión inicial y el traficante quedó libre.
La osadía de los jóvenes narcos ceutíes va aún más lejos. Varias familias, como la de Ismael Hamed, de 33 años, al que dispararon en el talón, la pierna y el hombro, han recibido en el hospital la visita del mafioso de turno que se ofrece a pagar los gastos médicos y el traslado del herido a la Penísula si no presentan denuncia contra el agresor. Tras la negativa comienzan las ofertas económicas y luego las amenazas. En ese clima viven las familias de las víctimas. "Es el chantaje del miedo. Esto es como el País Vasco, pero con traficantes de droga en vez de etarras", se lamenta un próspero comerciante.
La policía ha detenido a 39 personas en los 38 tiroteos de los últimos cinco años, pero en muchos casos quedan en libertad por el silencio de sus víctimas. Rambo, con su chaleco antibalas, reaparecerá cualquier día.
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