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FERIA DE SAN ISIDRO

Pepín Liria: "He conseguido pases que nadie era capaz de predecir"

"Los toros empujaron para los adentros", "topaban -que no embestían-", "presentaban muchas dificultades", "no transmitían" y, finalmente, "tenían un peligro sordo que no caló en los tendidos". Es decir, "los astados colaboraron poco". Intuían que nada bueno les iba a pasar (lo de los puyazos les sacaron de posibles dudas) y, a pesar de ello, los muy animales no colaboraron. Además, "el viento [que no el aire] que molestó una barbaridad". A veces, cuando las cosas no salen, las declaraciones toreras son así. Las corridas empiezan a las siete, la plaza de Madrid es muy exigente, justo después del tercer toro entra un apretón de hambre canina y los toros que se niegan a colaborar. Las corridas tienen sus rutinas, sus ritos, sus ceremonías."Lo importante es la actitud. He demostrado que estoy en buen momento y que no dudo delante de la cara del toro. Con mi segundo siempre he estado dispuesto y le he sacado pases que nadie era capaz de predecir.Bien podría haber tomado el camino de en medio y deshacerme de él. Sin embago, le he plantado cara". Lo anterior corresponde a un Pepín Liria empeñado en rescatar cuanto menos el empuje y tesón que le asiste en una tarde "difícil".

La fatalidad de la espada

Víctor Puerto, menos entusiasta pero sin descomponer el gesto, entona un ligero mea culpa. "La verdad es que no sé qué ha pasado. Si lo supiera, pues no hubiese pasado", dice a modo de introducción. Acto seguido se detiene en el quinto de la tarde, que le valió una sonora pitada: "Primero tengo que decir que el público ha estado correctísimo conmigo y me ha respetado. Por lo demás, y en lo que se refiere a ese mi segundo toro, era muy complicado. Escarbaba constantemente. Pese a ello, he intentado hacer las cosas como se deben hacer en Madrid. En seguida me lo he llevado a los medios, pero se iba para chiqueros. Vamos, que el animal no ha colaborado. Luego con la espada..." y aquí se detiene, "la fatalidad de la espada". La fatalidad a la que se refiere acabó cerca del costillar.

Sobre los otros dos toros que correspondieron a los matadores citados, sus declaraciones se pierden en la rutina de las tardes aciagas. "Arrollaban, no embestían", dice uno; "se metían para los adentros", contesta el otro; "con la inercia se iba de la muleta", da la réplica el primero. Y en el ruido de los lamentos se pierde quién sea el autor de cada frase. Lo dicho, la tarde se perdió en el más de lo mismo. "Lo increíble es que ya no distingo. ¿Seguro que esta corrida no la han pasado antes?", dice un incrédulo espectador del tendido 2 mientras se encaminaba a la salida. Por lo demás, el tercero en discordia, José Luis Moreno, calla. "No atiende a nadie", dice el recepcionista del hotel Victoria. De hecho, ya está todo dicho: "Los toros no colaboraron".

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