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Las instituciones y los partidos despiden con todos los honores a Ramón Rubial en Bilbao

Ramón Rubial fue despedido ayer en Bilbao por varios miles de personas y una nutrida presencia de políticos de casi todos los partidos. El Gobierno, representado por el vicepresidente Francisco Álvarez Cascos; la plana mayor del PSOE y el Ejecutivo vasco, con el lehendakari y la mayoría de sus consejeros, acudieron al sencillo acto de despedida que recorrió las calles céntricas de la capital. El adiós al histórico dirigente socialista -hombre "de pocas palabras" pero querido y respetado, como se coincidió en los discursos- fue un evento más humano que político.

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En el adiós a Rubial hubo una clara muestra del respeto de la sociedad vasca al presidente del PSOE y primer responsable del Consejo General Vasco, el embrión del Gobierno autónomo. El traslado del féretro desde la sede de la Diputación a las escalinatas del Ayuntamiento bilbaíno, flanqueado por ertzainas; el recibimiento con la Banda de Música de la Policía Autónoma; la masiva presencia de los miembros del Gobierno vasco y de las tres diputaciones de Euskadi sirvieron para rendir honores al histórico dirigente socialista.La presencia de público no fue masiva a lo largo del medio kilómetro de recorrido de la comitiva aunque sí emotiva: aplausos continuos al paso del coche fúnebre, cantos de la Internacional, ancianos socialistas de rostro compungido. A las seis en punto de la tarde, el féretro de Ramón Rubial salió por la puerta del Palacio de la Diputación y 40 minutos después llegó a las escalinatas del consistorio bilbaíno. Miembros de diversas agrupaciones socialistas portando ramos de flores desfilaban tras el coche fúnebre junto a los familiares. Más atrás iba la plana mayor socialista: Felipe González y su esposa Carmen Romero, el secretario general Joaquín Almunia, y el secretario general de UGT, Cándido Méndez. Detrás de ellos, Nicolás Redondo Terreros, Txiki Benegas, Ciprià Ciscar, Rosa Díez, Narcís Serra y los dos presidentes autonómicos socialistas, el extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra y el castellanomanchego José Bono. A pocos metros iba el Gobierno vasco casi en pleno -el lehendakari Ibarretxe y varios consejeros-, el presidente del Parlamento vasco, Juan María Atutxa, y el vicepresidente primero del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos. También estaban el ex candidato a La Moncloa José Borrell, Alfonso Guerra, el ex ministro socialista José Luis Corcuera y el ex secretario de Estado de Interior Rafael Vera. La representación del PP iba encabezada por el secretario general, Javier Arenas.

El himno oficial de Euskadi recibió en el Ayuntamiento los restos mortales de Rubial y, después, los representantes del Gobierno vasco expresaron sus condolencias a los familiares y abandonaron el acto, que pasó desde ese momento a ser protagonizado por la familia socialista.

Los discursos apenas tuvieron referencias políticas. Cándido Méndez fue el más atrevido al quejarse de la ausencia, en el estrado, de las siglas de UGT. "Rubial hoy representa a la UGT. Toda su trayectoria estuvo al servicio de la clase trabajadora", dijo el líder del sindicato socialista, quien describió a Rubiel como un hombre "sencillo, pudoroso, generoso, querido, respetado, un luchador social".

Felipe González, el más aplaudido, definió al presidente del PSOE fallecido como un árbol "cargado de frutos pero con pocas sombras para cobijar al oportunismo y la pereza". Se preguntó cómo Rubial no había sentido rencor tras haber pasado "la mitad de su vida sin libertades" y respondió que el secreto estuvo en la felicidad que irradiaba. "Creo que es posible que fuera feliz porque era un hombre comprometido incondicionalmente con lo que creía".

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González sostuvo que detrás de Rubial están las raíces y la identidad del PSOE y se mostró convencido de que descansaría en paz "porque va a haber muchos jóvenes que van a recoger el testigo de Ramón".

Joaquín Almunia se refirió a la desconfianza actual sobre la política y valoró de Rubial "la recuperación de la confianza en la política". "Ramón nos ha reconciliado con una política que sufre y tiene dificultades para ser comprendida por las nuevas generaciones". "El mejor homenaje que le podemos dar es asumir el firme compromiso de trabajar más, de trabajar mejor, ser más coherentes y defender los valores del socialismo", dijo.

Por la mañana, el Parlamento vasco guardó un minuto de silencio en memoria de Rubial al que se sumaron todos los parlamentarios, incluidos los tres de Euskal Herritarrok presentes en la Cámara. Se aprobó asimismo una declaración institucional, leída por Atutxa, en la que se califica al presidente del PSOE como un "ejemplo" que se debe seguir y una "figura de talla universal".

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