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El Gobierno, la oposición y los empresarios argentinos cierran filas en defensa de la convertibilidad del peso

En la recta final del mandato de Carlos Menem (el 24 de octubre están convocadas elecciones presidenciales), Argentina afronta un intenso debate sobre el futuro de la ley de convertibilidad (cambio fijo de un peso por un dólar).Gobierno, oposición y empresarios han cerrado filas en torno a la convertibilidad argentina después de que los mercados se derrumbaran como consecuencia de unas polémicas declaraciones primero del ex ministro de Economía Domingo Cavallo y después de George Soros. Cavallo desató el primer incendio al abonar la idea de una flotación del peso. Después Soros echó más leña al fuego al afirmar que la divisa argentina está sobrevalorada. La respuesta de los mercados no se hizo esperar. El pasado viernes, la Bolsa argentina perdió un 4,3% y los bonos de deuda cayeron un 1%.

El presidente argentino, Carlos Menem, aseguró que se mantendrá la paridad cambiaria hasta el final de su mandato (diciembre de 1999), al tiempo que los candidatos presidenciales Eduardo Duhalde (peronista) y Fernando de la Rúa (Alianza opositora) salieron en defensa de la convertibilidad. La crisis ha tenido otras causas añadidas que han dibujado un cuadro de alerta roja: la marcha atrás en el recorte del gasto público, las dimisiones de los ministros de Educación y Trabajo, la ley antimonopolios en fase de aprobación por el Parlamento, y cierta campaña contra la compra de YPF por Repsol.

Los defensores de la convertibilidad sostienen que las herramientas con que cuenta Argentina para defender su entramado económico son fundamentalmente tres, según señalan los expertos como Martín Redrado, ex presidente de la Comisión Nacional de Valores: 30.000 millones de dólares en reservas de libre disponibilidad en las arcas del Tesoro y el Banco Central, 7.000 millones de dólares en encajes bancarios inmovilizados por el Banco Central y 7.800 millones de dólares adicionales aportados por un seguro de liquidez equivalente al 10% del total de los depósitos bancarios, que está garantizado por un conjunto de bancos inversores como Goldman Sachs, Salomon Brothers y Morgan Stanley. El 60% de los depósitos es en dólares y el 40% en pesos, en un sistema financiero que en un 75% está en manos de bancos extranjeros más el Banco Nación y el Banco de la Provincia. El 25% restante se reparte entre bancos nacionales.

Argentina, en cualquier caso, está muy pendiente de las andanzas del financiero de origen húngaro George Soros, quien tiene grandes intereses en el país. Ayer hizo algunas precisiones al diario Clarín y empezó por negar que esté especulando contra el peso. Reiteró su criterio de la sobrevaluación del peso aunque dijo, solemne, que no puede ser corregida vía devaluación. El Gobierno ha aprovechado las nuevas amenazas sobre la convertibilidad para desempolvar el anhelado proyecto de Menem de dolarizar la economía.

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