La electrónica en el vertedero
Si una televisión o una aspiradora suelen tener una vida media de 10 años, los ordenadores domésticos o los teléfonos móviles difícilmente están en uso más allá de cinco años. La constante incorporación de mejoras tecnológicas, tanto en lo que se refiere al software como al hardware, obligan a renovar los equipos en plazos de tiempo cada vez más cortos. A este fenómeno contribuye un notable abaratamiento en los precios que sirve de estímulo al consumo. El caso es que cada año termina en la basura un buen número de sofisticados artefactos electrónicos, sin que apenas existan mecanismos para recuperar algunas de las materias primas que los componen. En todo el mundo se desechan anualmente unos 12 millones de ordenadores, con un peso total cercano a las 300.000 toneladas. Para el año 2005 se calcula que el número de equipos informáticos que irán a parar a los vertederos rebasará los 150 millones de unidades. Si estos cálculos se aplican al sector de la electrónica en general, y solo en lo que se refiere a Europa, el volumen de este tipo de basura suma ya ocho millones de toneladas anuales. En la composición de estos residuos destacan los metales de todo tipo, que representan alrededor de un 50% del peso total, los plásticos (21%) y el cristal (12%). Entre otros elementos, los ordenadores contienen metales preciosos como platino, oro o plata, usados en el recubrimiento de algunos componentes. Cada año podrían recuperarse más de 6.000 toneladas de estas valiosas materias primas. Sin embargo, el reciclaje no está muy extendido en este sector ya que el desmontaje de los equipos y la separación de los distintos materiales debe hacerse a mano, lo que sólo hace rentables las operaciones a gran escala. Transporte En lo que se refiere a la reutilización de algunos elementos, que no necesitan una actualización periódica, la forma en que está organizada la producción de bienes electrónicos complica cualquier iniciativa en este sentido. La mayoría de los artículos están fabricados en un país y desde allí se exportan al resto del mundo, lo que obligaría a contar con sistemas de transporte que devolvieran a la factoría original, desde puntos geográficos muy alejados, los componentes aprovechables. A pesar de todas estas dificultades, la Unión Europea discute en la actualidad la aplicación de una directiva que obligue a los fabricantes a diseñar sistemas de reciclaje similares a los que existen para otros residuos. El objetivo es lograr, en cinco años, una tasa de reciclaje cercana al 75 %, cifra que sólo se podrá alcanzar si se simplifica el diseño de una variada gama de aparatos electrónicos, para hacer más sencillo su desmontaje y, al mismo tiempo, se reduce el número de materiales diferentes utilizados en la producción de estos artículos, identificándolos claramente para facilitar el trabajo de las empresas de recuperación. Más grave es el problema de los componentes tóxicos o peligrosos que van a parar a los basureros sin mayores precauciones. Entre otras sustancias, los equipos informáticos contienen plomo, mercurio, cadmio, policlorobifenilos (PCB), sustancias radiactivas, amianto y berilio. Un estudio del Instituto de Prospectiva Tecnológica de la Unión Europea, con sede en Sevilla, pone el ejemplo de los monitores de televisión, en los que se emplean pequeñas cantidades de cadmio, un metal pesado que puede originar graves episodios de contaminación. En la actualidad, la gestión de los residuos electrónicos que se generan en los países europeos supone un gasto anual de 3,65 billones de pesetas, cantidad que se incrementará notablemente en los próximos años, ya que solo en el caso de los ordenadores la tasa de crecimiento del sector no baja del 25 % en los últimos ejercicios y el 80 % de los equipos que están en uso actualmente quedarán obsoletos en el plazo máximo de cinco años. Además de los beneficios ambientales que se obtendrían, si la industria del reciclaje aplicado a este sector se consolidara podrían generarse unos 40.000 nuevos empleos en todo el continente.
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Antiguos pero rentables
Al margen de las investigaciones que llevan a cabo multinacionales como IBM o Digital, en España sólo existe una iniciativa para impulsar el reciclaje de productos eléctricos y electrónicos. Se trata de un plan estratégico que está diseñando, con financiación europea, el Centro de Desarrollo Tecnológico Gaiker, con sede en la localidad vizcaína de Zamudio. En total, se están coordinando más de 50 proyectos de I+D en todo el país, encaminados a buscar fórmulas que mejoren los procesos de separación y reciclaje de los diferentes materiales empleados en la fabricación de estos productos. Al mismo tiempo, están proliferando los comercios en los que es posible adquirir equipos informáticos de segunda mano, mucho más baratos que las unidades más modernas y aún útiles para múltiples aplicaciones, sobre todo domésticas. Aunque a pequeña escala, esta es una vía que facilita la reutilización, alargando la vida de los artículos y evitando, por tanto, su eliminación inadecuada. Asimismo, algunas ONG, implicadas en proyectos de ayuda a países en vías de desarrollo, recogen equipos usados para enviarlos a zonas en las que todavía se les puede sacar mucho rendimiento. En la mayoría de las capitales andaluzas existen ya algunas firmas dedicadas a la venta de ordenadores y periféricos usados. Los precios que se manejan en estos casos suelen ser muy atractivos. Así, es posible adquirir un PC Pentium II 350 por unas 120.000 pesetas. A veces, estas mismas casas envían los equipos que ya no tienen salida comercial, y que adquieren en grandes cantidades, a algunos de los centros de reciclaje que funcionan en países como Holanda, Francia o Alemania.
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