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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una gran noche de ópera llena -de inteligencia y pasión

Sensacional dirección de Otra vuelta de tuerca

ÁNGEL VELA DEL CAMPO, Una noche de gloria. Volvieron al fin a una ópera en Madrid los bravos a pulmón abierto, las salidas interminables de todos los artistas en los saludos finales, la pasión. Y volvieron en una ópera de extraordinaria complejidad, Otra vuelta de tuerca, de Benjamin Britten, en la que conviven tres mundos en las voces —los personajes reales, los niños, los fantasmas— y que requiere de la orquesta una extrema sutileza al contar solamente con 13 instrumentistas.

La ceremonia de la perversión de la inocencia, el clima de ambigüedad original del relato de Henry James, el conflicto en el bien y el mal, entre lo racional y lo irracional, exigen una puesta en escena que mantenga, el clima de misterio y que además haga fluir con extrema claridad y naturalidad el desarrollo de la historia.

Pues bien, todos los elementos puestos en juego, tanto escénicos como musicales, se integra ron ayer a la perfección al servicio de una de las óperas más geniales de la segunda mitad del siglo XX.

De entrada, hay que resaltar el sensacional trabajo de dirección de Antoni Ros Marbá al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, combinando la transparencia sonora y el matiz instrumental, con una tensión dramática verdaderamente envolvente.

En el escenario del Teatro de la Zarzuela, una intérprete de las que no quedan, la soprano Rama Kabaivanska, componiendo el personaje teatralmente desde la intencionalidad de cada sílaba, desde el gesto musical y desde una gradación meticulosa y progresiva para desentrañar es cena a escena la complejidad del personaje de la institutriz. Vocalmente, el reparto se mantuvo a un nivel más que notable, destacando el tenor americano Donald Kaasch.

Lección de sencillez

Punto y aparte merece la concepción teatral de Luca Ronconi, realizada en Madrid por su asistente Lorenza Códignola. Primero, por la capacidad de crear el ambiente idóneo para las características del relato de James, y segundo, y principal, por una capacidad narrativa volcada en la evolución de unos personajes que se van transformando ante los ojos del espectador sin ningún tipo de interferencias ajenas

a sus conflictos. Lección de sencillez, de humildad, de inteligencia, de contar con desnudez en función de la obra, sin añadidos psicológicos, sin necesidad de lecturas adicionales para explicar lo que únicamente los cantantes-actores y la orquesta pueden sugerir.

Dos pegas únicamente a la representación. Una, el ruido interior en la transición entre las diferentes escenas fue en algunos momentos excesivo y perjudicaba la nitidez de los maravillosos interludios instrumentales. Y dos, quizás, habría sido más aconsejable ofrecer la función de un tirón, sin descanso, a efectos de la tensión dramática. A destacar, asimismo, el magnífico programa de mano con textos de Félix de Azúa, José Luis Téllez, Fernando Herrero y Luis Suñén.

El éxito, como decíamos al principio, fue inenarrable. Una ópera como Otra vuelta de tuerca así resuelta es de las que hacen afición y sería una magnífica ocasión para la iniciación en el género lírico de algunos reticentes, que así podrán comprobar lo que hay en la ópera de integración de las artes y de gran cultura de la creatividad.

Una última paradoja. La noche de mayor éxito de la ópera en Madrid en lo que va de año tiene lugar con un título de la segunda mitad del siglo XX. Es, evidentemente, un tema para reflexionar.

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