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D"Alema asegura que la amenaza terrorista no devolverá a Italia a los años de la violencia

La clase política italiana despidió ayer con una gran manifestación de duelo a Massimo d"Antona, jurista y asesor del Gobierno de centro-izquierda asesinado el jueves supuestamente por una renacida fracción de las Brigadas Rojas, el grupo terrorista más activo en Italia en las décadas de los setenta y los ochenta. Antes de acudir al funeral, televisado en directo por una cadena privada, el primer ministro, Massimo D"Alema, condenó este rebrote de violencia "contra la democracia" italiana como el acto de "una banda de asesinos" y no como un caso de terrorismo.

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"Los años del terrorismo no volverán", aseguró D"Alema. El primer ministro italiano no cree en la posibilidad de un rebrote de los años de plomo (la década de los setenta y los ochenta, marcada por más de 400 crímenes políticos). "No estamos ante un caso de terrorismo, que tenía una base ideológica y cultural, sino ante una banda de asesinos" que no lograrán arrastrar al país "al clima de los años del plomo", dijo D"Alema en una comparecencia ante los periodistas. Por su parte, la policía italiana proseguía ayer las investigaciones en torno al asesinato de D"Antona, realizado, según los expertos, con extraordinaria precisión y sobre la base de un conocimiento exhaustivo de los movimientos del profesor. Superada la conmoción del primer momento, ayer comenzaron a circular toda clase de hipótesis sobre un atentado repleto de incógnitas.Una de ellas, y no precisamente la más sencilla de despejar, es el sorprendente hecho de un resurgir tan contundente de las Brigadas Rojas, tras 11 años de inactividad. El ex magistrado de Manos Limpias Antonio di Pietro aventuró otros móviles a los estrictamente políticos al declarar a una emisora de radio: "Quien ha ordenado el homicidio de D"Antona tiene que ser una persona del mundo del sindicalismo que ha dialogado con la víctima".

Estas palabras fueron inmediatamente matizadas por un portavoz del grupo de los Demócratas, al que pertenece Di Pietro, y, más tarde, por el propio ex magistrado. El funeral de D"Antona, abogado y profesor de derecho del trabajo, de 51 años de edad, constituyó una abrumadora manifestación de duelo, a la que se sumaron la práctica totalidad de los líderes políticos y sindicales italianos. Desde el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, hasta el de la Comisión Europea, Romano Prodi, además del primer ministro, asistieron a la ceremonia religiosa celebrada en la plaza que da acceso al Ministerio de Trabajo, en Roma. En las primeras filas podían verse, junto a la viuda y la única hija de la pareja, a los principales líderes de todo el arco político italiano.

Sin embargo, más allá de la coincidencia general en la condena del crimen, la muerte de D"Antona, hombre de discreto relieve en los círculos de la izquierda reformista, ha ampliado el foso entre las dos izquierdas, la que representa el partido del fallecido, los Demócratas de Izquierda, eje del Ejecutivo, y el Partido de Refundación Comunista, actualmente en la oposición. Cualificados miembros de los DS y el líder del sindicato más próximo, CGIL, Sergio Cofferatti, no han escatimado ataques contra los neocomunistas, por su crítica a la actuación de la OTAN en la guerra de Kosovo, culpándole de haber propiciado un clima de violencia (con más de 40 atentados menores a sedes del partido y sedes sindicales, además de establecimientos ligados a intereses americanos, como Blockbuster y McDonald"s) del que hacen derivar el ataque del jueves.

También los líderes del centro-derecha resaltaron la conexión entre la izquierda que critica la guerra y el atentado del jueves. El líder de Forza Italia, Silvio Berlusconi, se negó a estrechar la mano del líder del PRC, Fausto Bertinotti, en un acto público, tras conocerse la muerte de D"Antona, según el diario de inspiración comunista Il Manifesto, mientras un diputado de Alianza Nacional, Maurizio Gasparri, relacionó directamente a los jóvenes de los llamados centros sociales que vienen protagonizando jornadas de violencia en Milán, Turín o Roma desde el pasado otoño con el aparente resurgir del terrorismo. Sin embargo, en un comunicado difundido ayer, el más conocido de estos centros sociales, el Leoncavallo de Milán, condenó el atentado que costó la vida a D"Antona, subrayando que se trata de un acto "contra el movimiento que se opone a la guerra".

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