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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Oportunidad perdida

GUATEMALA HA echado por la borda una oportunidad única de normalización democrática, dando un paso atrás en su proceso de paz al rechazar las propuestas para modificar la Constitución. La elevadísima abstención -81,4%- en el referéndum del domingo ha frustrado esta reforma, que recogía el espíritu de los acuerdos de paz de 1996. Y por si fuera poco, entre los escasísimos votantes ganó el no por cinco a cuatro.Las 50 enmiendas propuestas a una Constitución pisoteada desde su promulgación en 1985 hubieran supuesto la entrada de un nuevo aire democrático en un sistema cerrado. Se proponía avanzar en la igualdad de las personas y la subordinación del poder militar al civil, transformar el poder judicial y reducir los privilegios de los funcionarios, además de otorgar unos derechos largamente esperados a los indígenas. Pero sólo se movilizaron los más interesados en que no saliera esta reforma, los que perdían privilegios. Entre éstos, los militares. Es a ellos a los que la Comisión de Esclarecimiento Histórico ha atribuido un 93% de los crímenes -150.000 muertos y 50.000 desaparecidos- a lo largo de una guerra civil de 36 años frente una guerrilla izquierdista. El Ejército ha mantenido detalladas listas de sus propios abusos, según una investigación de organizaciones de derechos humanos de EE UU.

Más información
El Ejército de Guatemala llevaba un registro de los desaparecidos a los que asesinaba

El Ejército es uno de los poderes fácticos que han socavado este intento de normalización. La patronal, por su parte, consideraba que la reforma otorgaba unos privilegios discriminatorios a los indígenas. Siete de los once millones de guatemaltecos son indígenas, de 23 comunidades étnicas. Muchos de ellos desconocen la lengua española, el 70% son analfabetos y viven en zonas apartadas. La reforma propuesta ha debido parecerles, si acaso les ha llegado la información, lejana en muchos sentidos, y quienes se oponían a ella han cultivado su apatía. Pero incluso una dirigente indígena como Rigoberta Menchú estaba en Bruselas el día de la votación.

El Gobierno que salga de las elecciones del 7 de noviembre tendrá que gestionar la situación. Algunos hablan incluso de que la nueva legislatura sea constituyente para recuperar este impulso frustrado. Tras los años de brutalidad que ha vivido, Guatemala se merecía una salida más constructiva. La comunidad internacional, y particularmente la UE, que tanto ha apoyado el proceso de paz, debe impulsarla cuanto sea posible. Los guatemaltecos merecen otras oportunidades.

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