Uno de los nuestros

Hacía casi nueve años que Víctor Manuel no daba en Madrid un concierto en solitario. Ha estado todo este tiempo compartiendo escenarios y proyectos con otros artistas, todos ellos pesos pesados de la música popular española. Su vuelta a la soledad es un gozo necesario. Ahora presenta su último disco, Cada uno es como es. En directo, Víctor, viejo zorro, mezcla sus canciones más queridas con los nuevos materiales.Él sabe que las canciones neófitas necesitan tiempo y solera. El público es una entidad con fijaciones, con querencias íntimas tendentes a lo estático. El artista tiene que inocular poco a poco sus novedades.Cada uno es como es es obra de serena madurez de un intérprete y compositor montuno, que no montaraz. Su voz y su talante siguen evocando picachos verdes y entrañas de la tierra, minas, profundidades, zagalas, sidra, manzanos y corderos al hombro.

Víctor Manuel es un artista sin fronteras, siempre inquieto, siempre al tanto de personas y vivencias de gentes que están ahí, a dos pasos. Tiene instinto de minoría, vocación de multitud (o viceversa).

El caso es que aquí está, de pie, inquebrantable aliento, como todo profesional auténtico, es un manojo de nervios al inicio del espectáculo. Siempre que presentan a sus nuevas criaturas, los artistas se muestran alterados. Víctor debe relajarse porque su nuevo disco es espléndido: "Que no pare la música. Sírvanme un trago, estoy muerto de sed. Cuántas lágrimas negras me puedo beber si seguimos cantando hasta el amanecer" (Pájaros negros).