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NG La Banda, Rosario y Navajita ponen a La Habana "a gozar" en el Cubadisco 99

Gran éxito del concierto "Entre Bárbara y Changó", organizado por la SGAE en el Carlos Marx

Entre Bárbara y Changó fue sin duda alguna el concierto estrella de Cubadisco 99. Se podía haber llamado también Entre Rosario y José Luis Cortés, ya que fueron la Flores y el genial director de NG La Banda los triunfadores indiscutibles de la noche. Fue una noche larga y mestiza: casi cinco horas duró el concierto que organizó la SGAE en colaboración de las discográficas EMI, Eurotropical y Caribe Productions, en el que participaron Navajita Plateá y Rosario por España, y los cubanos Celina González, El Guayabero, Liuba María Hevia y NG La Banda.

El espectáculo -que lo fue, y bien grande- estuvo concebido y dirigido por Cortes, quién abrió la noche con una antológica versión del Spain, de Chick Corea, del que sólo dejó el nombre y algunos acordes. Cortés, o El Tosco, como se le conoce en la isla, hizo que sólo por este tema mereciese la pena el concierto-maratón del sábado; en su Spain fundió cantos yorubas, melodías flamencas y ritmos cubanos y de jazz con unos arreglos de miedo, no menores a su solo de flauta, que dejo pasmado a las 5.000 personas que abarrotaron el teatro Carlos Marx.Después de este principio subió al escenario con bastón y silla el octogenario Guayabero -que por supuesto interpretó su célebre Marieta- y después vino Liuba María Hevia, que rindió homenaje a la reina del punto guajiro, Celina González. Acompañada de Reutilio Jr., Celina estuvo sobrada, inmensa, y se explayó con Yo soy el punto cubano y un monstruoso El cuarto de Tula, con Pancho Amat en el tres.

Después de un intermedio interminable, Navajita Plateá hizo gala de su calidad ante un público que no conocía sus canciones, pero que se entregó a temas como Noches de Bohemia, Frío sin ti y la final Desde mi azotea" que puso en pie el teatro. Navajita le dejó la cosa caliente a Rosario, que triunfó desde el mismo instante que pisó el escenario. "Los gitanos y los cubanos son como primos hermanos", había dicho el viernes Rosarillo en una multitudinaria rueda de prensa. Y desde los primeros números -algunos de su último disco, Jugar a la locura-, hasta Mi gato, todo fue una locura: el Carlos Marx se llenó de electricidad. Un triunfo total.

Acabó el festival con un espontáneo, Fito Páez, que se hizo con los teclados de Rosarillo en el último número, en el que también participaron Jose Luis Cortés con los "metales del terror", aportando su toque cubano.

Otro concierto de primera durante el Cubadisco 99 fue el que protagonizaron el jueves Chucho Valdés e Irakere y Juan Formell y sus Van Van, en una noche de homenajes -40 años de vida artística de Chucho y 30 de la fundación de la banda de Formell-. Valdés ofreció uno de los mejores conciertos que se le hayan escuchado en Cuba en mucho tiempo, con números de su cosecha como Juana 1600, Ole y la inevitable La explosión, que es toda una explosión de talento de los metales de su orquesta. Los Van Van, como siempre excepcionales, pusieron a todo el teatro a bailar como si hubiesen desaparecido las butacas.

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