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Reportaje:

Sin bosques y sin escuelas Los grandes incendios quemaron 94.000 hectáreas de bosques y cambiaron la vida de las comarcas centrales de Cataluña

"Teníamos bosques y una buena escuela. Se han quemado los bosques y se han llevado la escuela". Una vecina de Freixenet (Solsonès) resumía con esta frase el sentir de los vecinos en una reciente visita que realizó Pasqual Maragall. El 19 y el 20 de julio del año pasado, los vecinos de Freixenet lucharon solos, sin agua y sin bomberos, frente a las impresionantes llamas del incendio que arrasó 27.000 hectáreas en el Bages, Solsonès, Segarra y Anoia, las comarcas centrales de Cataluña. El fuego les ganó y casi no se salvó ni un bosque. Los vecinos de Freixenet y, como ellos, los del resto de la zona, no se han recuperado. "¿Qué se puede hacer en un zona que sabes que durante muchos años no podrás aprovechar?", se pregunta uno de los afectados. En la sentencia de la mujer de Freixenet confluye el gran debate del campo catalán. Las políticas agrarias, los cambios estructurales de la sociedad, el olvido institucional y las bajas rentas de los payeses han originado un constante goteo de gente del campo hacia la ciudad. La progresiva desertización del campo provoca el cierre de las escuelas rurales y la reducción de todo tipo de servicios, y los bajos rendimientos de la explotación de los bosques son una de las causas de la invasión de tierras que en décadas pasadas fueron, en muchos casos, viñedos. Sin la actividad del hombre, los bosques han ganado en hectáreas y en masa combustible. En estas circunstancias, un gran incendio resulta indomable. Los bomberos afirmaban tras el fuego del pasado año que nunca habían visto llamaradas de más de 20 metros de altura en un bosque. El actual mandato municipal se inició en el Bages y el Berguedà con el lastre del incendio que empezó el 4 de julio de 1994 (65.000 hectáreas de bosque quemadas) y finaliza con otro gran fuego. La primera frase después del desastre fue: "Estamos igual que hace cuatro años". Y tras la desesperación, la crítica. Una reacción que tuvo una gran carga política, con la oposición parlamentaria poniendo contra la pared a los consejeros de Gobernación y de Agricultura, con una rebelión en el seno de Convergència del Solsonès y con la dimisión de sus cargos de los miembros electos de Unió Democràtica en esta última comarca. La respuesta del Gobierno catalán fue una acción inmediata de ayuda y la inversión desde distintos departamentos para contribuir a la recuperación del área quemada. Esta actuación fue criticada por entidades como Unió de Pagesos por entender que se llevó a cabo sin pactarla y, a veces, en abierta discrepancia con los afectados por los incendios. El grado de indignación es tan elevado que ni el dinero ni el tiempo han conseguido apaciguar los ánimos. Las próximas municipales son una muestra de ese descontento y la aparición de listas independientes, un peligro para la hegemonía de CiU, sobre todo en el Solsonès.

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