Un país colonizado laboralmente

Como en todos sus viajes a países de la Europa oriental, el Papa reclamó ayer en su discurso ante el cuerpo diplomático acreditado en Rumania un esfuerzo mayor de la comunidad internacional para que "intensifique sus ayudas a favor de las naciones que, al salir del yugo comunista, tienen que organizar su vida económica y social; así, estos países se convertirán en artífices de la paz y la prosperidad para sus habitantes y en socios todavía más responsables en la vida internacional". También pidió que la Unión Europea haga un esfuerzo especial, dado que Rumania pertenece a la misma cultura. El Papa calificó a Rumania como país "puente entre el mundo latino y el ortodoxo, así como entre la civilización helénica y los pueblos eslavos".De momento, la ayuda internacional no ha hecho demasiado por Rumania, un país de 22 millones de habitantes, en su día de gran riqueza petrolera, que se encuentra en una dramática situación económica y con una población joven obligada a emigrar o a aceptar condiciones salariales injustas en su propio país.

Tras la caída del muro de Berlín en 1989, que propició el fin del régimen de Nicolae Ceaucescu, en Rumania han desembarcado miles de empresarios occidentales atraídos por el bajo precio de la mano de obra.

Italia es uno de los países occidentales que más han colonizado laboralmentes el país, con unas tres mil empresas italianas afincadas en territorio rumano, en parte atraídas por los bajos costes, ya que pagan sueldos más de diez veces inferiores a los que se cobran en Italia.