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Un "bateau-mouche" surca el Urumea

Mikel Ormazabal

El bateau-mouche a la donostiarra es una sencilla chalana. Aquél se desliza por el Sena parisino; éste, por el río Urumea. Sálvense las proporciones y las distancias, pues San Sebastián también quiere remedar, en otro modo más humilde, los paseos fluviales por la Grande-Rue de la capital francesa. La Asociación de Amigos Usuarios del río Urumea y la Casa de Cultura de Loiola han puesto en marcha un programa de excursiones didácticas para escolares con el ánimo de revitalizar el río Urumea. Es como retroceder más de siete décadas de historia y situarse en el calendario de 1923, cuando estaban en pleno esplendor las excursiones fluviales entre la desembocadura marítima y el barrio de Loiola, antes incluso de ejecutarse la gran obra de encauzamiento. Después de muchos años de arrinconamiento y maltratos ecológicos, los ciudadanos donostiarras tienen ahora la oportunidad de darle la cara al Urumea. La iniciativa que han ideado los vecinos de Loiola pretende sacar al descubierto "los tesoros que se esconden entre las márgenes" del río. Hasta ayer, promovieron campañas de sensibilización, fiestas y romerías y patrullas ciudadanas de limpieza cuya respuesta fue tan minoritaria que tuvieron un efecto testimonial. Con la organización de estos paseos educativos por el Urumea tienen garantizada la asistencia de los alumnos de los colegios Aranzazuko Ama, de Martutene, y La Salle, de Loiola. Estas visitas guiadas tienen un presupuesto de un millón de pesetas. Y no descartan, si el resultado es exitoso, transformar esta experiencia en un escaparate turístico de la ciudad. Una humilde chalana cedida por la Kutxa sirve como medio de transporte. Es una pequeña lancha de fondo plano, con una proa aguda y una popa cuadrada, que se adecúa perfectamente a las aguas de poca profundidad. Esta embarcación a motor tiene capacidad para cargar a 20 chavales, a quienes acompaña siempre un monitor encargado de aleccionarles con explicaciones sobre la flora y fauna del río, así como de los paisajes que se atisban más allá de las orillas. Los primeros excursionistas,escolares entre seis y catorce años, pertrechados con chalecos salvavidas, pisaron tierra resoplando de satisfacción, como si las tres horas que dura el trayecto (45 minutos sobre el agua) escondieran una gran aventura por la selva amazónica. "Por extraño que parezca, desde dentro apenas se ve cemento. El recorrido está plagado de vegetación, y discurre entre cañavelares, árboles y huertas", explica Jon Urbieta, responsable de la Casa de Cultura de Loiola. Los estudiantes trasladan al aula los conocimientos adquiridos sobre el terreno. El programa educativo se completa con proyecciones de diapositivas y mediciones de agua en el laboratorio. Por el "agua delgada y sutil" (significado del topónimo Urumea), los niños recorren las aguas al modo en que durante la Edad Media los comerciantes donostiarras transportaban en gabarras las venas de hierro de Somorrostro a las ferrerías de Hernani para bajar de allí los productos del campo a la ciudad. Durante el recorrido se observan aún hoy esbozos de algunos astilleros, viejos embarcaderos o una antigua fábrica de anclas en Hernani. 50 kilómetros El río Urumea, cuyo origen está en los manantiales navarros de Leiza y Ezkurra, se entretiene hasta llegar a la mar durante 50 kilómetros. En su extremo más próximo al Cantábrico, actualmente sirve como campo de regateo para embarcaciones deportivas de banco móvil y fijo. En una época reciente fue castigado por los vertidos incontrolados y se dudó de su salubridad porque exhalaba un olor insoportable cuando el cauce quedaba en seco. Hoy está fuera de peligro gracias al cuidado medioambiental que recibe. Esta vía fluvial en constante transformación pretende convertirse en un medio transitado por todos los escolares donostiarras.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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