Y después, ¿qué?
Ya hemos tenido un primer día de intento de reducir el uso del coche en favor del transporte publico o, lo que es lo mismo, en favor de una ciudad menos contaminada, menos ruidosa y más amable, pero es evidente que con un solo día no se consigue apenas nada. Habrá que ver qué secuelas quedan de este gesto y cuántas personas, pongamos dentro de un mes, han pasado a ser usuarias habituales del transporte comunitario.La cuestión está en que si la mayoría de los ciudadanos queremos una ciudad más habitable, menos tensa e incluso agresiva, las medidas a adoptar para conseguir este fin vienen por sí solas:
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aumento de la frecuencia y eficacia del transporte público (más metro, más autobuses, más trenes de cercanías) y disminución de un individualismo, a veces incívico, que nos conduzca a abandonar el uso del automóvil si no es estrictamente necesario y a utilizarlo correctamente; es decir, sin correr tanto, sin invadir las aceras y sin aparcar en doble fila.
No son metas inasequibles. Es cuestión de ponernos manos a la obra.-
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