OPA austral
La OPA de Repsol sobre el 85% de la petrolera argentina YPF es una operación estratégica de gran relevancia, y no sólo por la cuantía de la operación -más de dos billones de pesetas-, que es probablemente la mayor de cuantas se han realizado en España; también porque demuestra que el grupo petroquímico español está dispuesto a tomar posiciones firmes en América Latina. Los hechos conocidos parecen indicar que Repsol ha tomado la decisión correcta. La OPA es el método más transparente y directo para controlar la firma argentina; también es el más leal para los directivos de YPF, encabezados por el presidente del consejo, Roberto Monti, que se oponen a la entrada de Repsol. En la disyuntiva de aceptar el riesgo del mercado y crecer comprando empresas, o recluirse en el mercado español y ser objeto probable de una OPA similar de otra petrolera mayor, Repsol ha optado de forma inteligente por la primera opción.El comportamiento de empresas como Repsol, ENDESA o Telefónica en América Latina no es irrelevante. Su actitud se toma como ejemplo de la calidad del empresariado español; y si un comportamiento respetuoso con el entorno empresarial y legal de cada país beneficia al conjunto de las empresas españolas, las actitudes prepotentes y chapuceras causan el efecto contrario. Como la operación de Repsol cuenta con el apoyo del Gobierno argentino y ha respetado los trámites y las normas no escritas del mercado argentino, habrá que convenir que es correcta.
Ahora bien, una operación de esta envergadura compromete seriamente a la empresa que la realiza. El primer compromiso es estratégico; de nada sirve ejecutar un movimiento atrevido si no se tienen los planes de futuro adecuados y la gestión de la nueva YPF -si la OPA tiene éxito- se limita a vegetar, sin ampliar la cuota de mercado en el área. Las dudas que empieza a suscitar la operación de Telefónica en Brasil es el modelo que se debe evitar. El segundo compromiso es financiero. El coste elevado de la OPA viene dado por cuestiones de valoración (es una empresa con amplias reservas de crudo) y de oportunidad (YPF se encarecerá cuando suba el petróleo). Pero que esté justificado no significa que sea fácil de asimilar. Así que Repsol debe aviar rápidamente el peso del endeudamiento ejecutando con rapidez la ampliación de capital prevista.
El paso de Repsol en Argentina es arriesgado, por las condiciones económicas latinoamericanas, por la cuantía de la apuesta y por el previsible rechazo, visceral e inmotivado, de los grupos de presión locales. Tales riesgos desaparecerán con una gestión prudente y decidida, que no son términos contradictorios. Hay que valorar la decisión de Repsol como lo que es, el intento lógico de encontrar una línea de crecimiento que no aumente la concentración de mercado en España; pero hay que advertir que el éxito de la operación se comprobará por la eficacia de la gestión posterior. La suerte está echada.
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