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Zaplana afirma, en el quinto centenario, que "el hecho diferencial valenciano no se explica sin la Universidad" El rector Ruiz aboga por una Universidad plural que no se doblegue ante intereses particulares

La celebración del quinto centenario de la fundación civil de la Universidad de Valencia el 30 de abril de 1499, que la convierte en una de las universidades más antiguas de Europa, congregó ayer a cientos de intelectuales, políticos y empresarios en un acto institucional en el edificio gótico de la Llotja dels Mecaders, que revivió durante más de dos horas el dinamismo económico y social que cinco siglos atrás hizo posible la coyuntura en la que nació la institución del Estudi General. El papel de primer orden científico y social que desde entonces ha representado la Universidad de Valencia, de la que han nacido el resto de universidades valencianas, recibió ayer el reconocimiento de la Corporación municipal en pleno y de la alcaldesa Rita Barberá; del poder autonómico representado por el presidente Eduardo Zaplana; del gobierno central representado por el secretario de Estado del Ministerio de Educación, Jorge Fernández; y del presidente de las Cortes Valencianas, Héctor Villalba, que presidieron la ceremonia junto al rector, Pedro Ruiz Torres. El poder legislativo valenciano, todos los partidos políticos, los representantes del tejido empresarial y comercial; el obispo de Valencia; así como intelectuales como Jon Juaristi, la ex ministra de Cultura Carmen Alborch y un amplio abanico de rectores de todas las universidades españolas -con la notable ausencia del rector de la Politécnica de Valencia, Justo Nieto- compartieron el escenario de reflexión sobre el pasado, el presente y el futuro de la Universidad de Valencia, en particular, y por extensión del sistema universitario español, que comenzó con las palabras del ex presidente de la conferencia de rectores europeos, Josep María Bricall. La influencia de la corriente humanística procedente de Europa que envolvió la fundación de la Universidad de Valencia, su peso dentro de la Corona de Aragón y la vitalidad urbana y social que le dieron su origen, sirvieron de eje de reflexión para que Bricall planteara la necesidad de que el mundo empresarial español se involucre en la innovación y el desarrollo que produce la ciencia universitaria y que, en contrapartida, exige que la universidad responda a las necesidades reales de la sociedad. "El presente de la Universidad es un factor muy importante que condiciona el futuro de la sociedad de la que forma parte", esgrimió el rector Ruiz, antes de ceder la palabra al presidente de la Generalitat, que, en un gesto inusual en el clima de tensiones con la universidad que han marcado esta legislatura, reconoció que "el hecho diferencial valenciano no se puede explicar sin la Universidad de Valencia". La celebración de los cinco siglos de la Universidad de Valencia no ha pretendido "convertir el pasado en un refugio contemplativo", enfatizó ayer el rector, Pedro Ruiz. Así, entre los objetivos prioritarios que se ha marcado la institución para entrar de lleno en el tercer milenio está el de consolidar "una universidad cada vez más abierta a la sociedad, capaz de no doblegarse a los intereses particulares y dispuesta a priorizar unos planes de estudio que, por encima de todo, tienen que estar al servicio de la mejora de la formación". El mensaje, que en buena medida buscaba la complicidad del empresariado valenciano, encontró eco directo con la presencia, entre otros, del presidente de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), Rafael Ferrando, el presidente de las Cámaras de Comercio, Arturo Virosque, y el de la Feria de Valencia, Antonio Baixauli. En la práctica, el rector propuso la construcción del futuro de la Universidad de Valencia trabajando conjuntamente con los agentes sociales y económicos. Un futuro, recordó, basado en las directrices de la Carta Magna de las Universidades Europeas, que aboga por una universidad "abierta a las necesidades del mundo contemporáneo", pero también con "independencia moral y científica de todo poder político". Y acorde a ese espíritu "crítico" que, en palabras de Ruiz, debe presidir la esencia de "la comunidad universitaria moderna", el rector insistió una vez más en "la escasa financiación ordinaria, que sigue estando por debajo de la media de las universidades españolas y muy lejos de los países desarrollados". Pese al tono institucional de la ceremonia, el responsable de la Universidad no desperdició la oportunidad de recordar al presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, su posición en dos temas claves -la financiación universitaria y el malogrado pacto lingüístico- cuya polémica a lo largo de esta legislatura ha trascendido el nivel académico, instalándose de lleno en el debate político y social. Identidad cultural "Continuaremos comprometidos con la defensa de nuestra identidad cultural, sin ningún tipo de complejos", precisó Ruiz, "haciéndola compatible con las otras identidades que provienen de la historia y que el actual proceso de globalización no anula, sino que integra en marcos cada vez más amplios". Esta diplomática defensa de la unidad lingüística del catalán y el valenciano que minutos antes había sido negada por el presidente de las Cortes, el regionalista Héctor Villalba (que hizo un rocambolesco parlamento sobre los orígenes y el esplendoroso pasado del "regne de Valencia" sin pasar por la Corona de Aragón), recibió de parte de Zaplana una respuesta insólita, o al menos inusual. "No se puede explicar el hecho diferencial valenciano sin la tarea realizada por nuestra primera universidad", pronunció Zaplana en valenciano, para luego enfilar su discurso hacia los logros de su gobierno - "la vertebración del sistema universitario valenciano" [o lo que es lo mismo, la creación de la polémica Universidad Miguel Hernández] y la redacción del primer Libro blanco de las universidades- y responder a las críticas sobre su política financiera. "La financiación ordinaria ha crecido de forma considerable en la presente legislatura", replicó el presidente, que subrayó que ha sido el gobierno de los populares el que ha puesto en marcha el primer plan de financiación de infraestructuras universitarias, un polémico plan por el que se ha incrementado la deuda del Consell para los próximos veinte años en más de 80.000 millones de pesetas. La entrega de la Medalla de Oro a la Universidad de Valencia por parte de la alcaldesa Rita Barberá fue, con mucho, la parte menos densa del acto. En un perfecto castellano que entraba en discordia fonética con los discursos en valenciano del resto de los ponentes, Barberá subrayó que, "sin la Universidad de Valencia, no se entendería la historia de la ciudad" y reafirmó "los lazos que unen a la ciudad con la Universidad que lleva su nombre".

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