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LA COYUNTURA AGRARIA

Las siembras de lino se han disparado por las elevadas ayudas compensatorias de la UE

El cultivo de lino ha experimentado, en los últimos cinco años, un crecimiento espectacular en España, consecuencia tanto de las elevadas ayudas compensatorias por hectárea de la Unión Europea (unas 115.000 pesetas de media), como por su utilidad como cultivo alternativo en secano húmedo a los cereales. Su explotación se ha puesto en primera línea de actualidad tras conocerse que el delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, Carlos Moro, y el presidente del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), Nicolás López de Coca, recibían esas subvenciones, así como por la dimisión de éste.

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Frente a una sola petición de ayuda en la campaña 1993-1994 para 186 hectáreas de cultivo en Soria, en la actual campaña las previsiones sitúan las peticiones en unas 3.600 para más de 91.000 hectáreas. En el mismo periodo, las ayudas comunitarias para apoyar el cultivo habrían pasado de 23,5 millones de pesetas a cerca de los 10.000 millones de pesetas. Actualmente se trata de un cultivo al que han recurrido pequeños y medianos productores, fundamentalmente en Castilla y León y Extremadura, mientras en Castilla-La Mancha, junto a los pequeños productores, se hallan grandes cultivadores en base a superficies propias y contratadas que controlan varios miles de hectáreas. La siembra del lino para textil no es algo nuevo en España, llegando a tener históricamente más de 50.000 hectáreas. En los años setenta se produjo su hundimiento ante la entrada en el mercado de productos sintéticos. El "descubrimiento" de esta política generosa de ayudas, pero que son superiores en el resto de países comunitarios, hizo que el lino se haya convertido en un "auténtico boom".

El lino es un cultivo ahora no sometido a techos de producción, y la Comisión paga sin penalizaciones en las ayudas solamente si se cumplen las condiciones de cultivo. A diferencia de lo que sucede con otras producciones, en el lino los controles -al menos los teóricos- son más rigurosos.

En la producción, los agricultores tienen la obligación de utilizar una dosis mínima de 100 kilos de semilla de siembra. Se debe producir la floración de las plantas y hay que dejar un rastrojo como mínimo de 10 centímetros. Igualmente, se aplican controles a la industria. Para cobrar la ayuda es indispensable que, a partir de este año, la producción mínima entregada por hectárea sea de 1.500 kilos.

Según los datos manejados por el sector, los costes de cultivo de una hectárea de lino textil ascenderían a unas 80.000 pesetas, una cifra alta y también una de las razones por las que no todos los agricultores se arriesgan a su siembra. Bruselas solamente paga el 35% de la ayuda si no se llega al techo mínimo de esos 1.500 kilos de cosecha. En la campaña pasada, la exigencia mínima de producción a entregar a la industria con la que se suscriba el contrato era de 1.000 kilos, y en las campañas precedentes no existía tope mínimo.

La producción de lino se vende a precios, según calidades, que van desde las 10 a las 20 pesetas por kilo. El precio de un kilo de semillas se sitúa en unas 300 pesetas por kilo, producto que, en parte muy elevada, se importa desde otros países comunitarios como Bélgica, que estarían haciendo su mayor negocio con la venta de semillas, a veces de baja calidad, a España.

El aumento del cultivo en España ha dado lugar en los últimos años a un fuerte desarrollo de la industria transformadora con más de una docena de firmas que se agrupan en dos asociaciones, Asolino y Agrolino, ubicadas en ambas mesetas, Extremadura y Cataluña.

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