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Modestia aparte

JUVENAL SOTO Málaga es una ciudad modesta. Un modesto número de habitantes se agrupa en torno a un equipo de fútbol modesto que milita en la modesta Segunda División; en torno a una caja de ahorros que, modestamente, patrocina a un conjunto de hombres modestos que juegan con modestia a baloncesto; en torno a una alcazaba modestamente musulmana recién socavada por un túnel modesto; en torno a una modesta costa con playas de arena modestísima sobre la que yace cierta cantidad de mierda canina allí dejada por los modestos propietarios de unos perros que ignoran lo que es el estreñimiento; en torno a una modesta feria de agosto que permite, una vez al año, la modesta visita de ministros de un gobierno modesto que saben fotografiarse modestamente acalorados, entre pellas de boñigas de caballos, pollinos y tipos zafios que beben güisqui merdellón hasta perder su modesto conocimiento; en torno a una semana modestamente santa en la que modestos portadores de cucuruchos pasean imágenes de dioses más o menos modestos; en torno a un modesto carnaval con buenas gentes modestas que se disfrazan modestamente de gaditanos, brasileños, chicharreros y otras tradiciones modestamente ajenas. El modesto Ayuntamiento de Málaga, regido por una alcaldesa modesta que gobierna en minoría sobre una oposición modestamente torpe, está en posesión de una prórroga presupuestaria que tan sólo permite obras modestas. Entre las más modestas se cuenta una que, pese a su modestia -instalar el gas natural para uso doméstico-, es posible que acabe dando con las modestas mentes de los modestos ciudadanos malagueños en el manicomio de esta ciudad. Seis largos, polvorientos y penosísimos meses lleva la presunta empresa Obrygas -encargada de realizar tan modesta chapuza- abriendo zanjas en el modesto asfalto para, inmediatamente después de cerrarlas, volverlas a abrir so pretexto de una nueva instalación modesta de tuberías que pudieron instalarse todas de una sola vez y modestamente, acaso. Seis meses de modestos capataces voceando las calles del centro de Málaga a partir de las ocho de la mañana, entre bufidos de máquinas que perforan sin tener en cuenta la presencia de un automóvil correctamente aparcado en el lugar elegido por el capataz para la malecheada perforación y sin que la modesta Policía Local acuda ni por asomo a tu modesta llamada de auxilio. Seis meses de polvazos soportados por la modesta ciudadanía con la dignidad que permite el caso. Seis meses de artefactos estratégicamente colocados en las aceras con la intención de joder al viandante. Seis meses de reiteradas inspecciones de modestos zoquetes cuya máxima expresión profesional consiste en penetrar en tu domicilio espetándote la pregunta modesta: "¿A onde eztá la rehilla der gá?" Málaga es una ciudad modesta, cuyos modestos habitantes se preguntan modestamente dónde está la madre que parió al causante de tanta jodienda. Modestia a parte, conviene no ignorar el paradero de la progenitora del tipo que puede llevar cobrando, sin parar durante seis meses, tantas y tan inmodestas comisiones por la misma obra modesta.

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