La contienda desbarata el comercio balcánico
Las economías de los vecinos de Serbia sufren también una guerra que daña a su comercio y disuade la inversión
En el puente fronterizo sobre el Danubio entre Rumania y Bulgaria los camioneros se desesperan. Pueden tardar hasta diez días en cruzarlo. La culpa no es sólo achacable a los trámites aduaneros, sino al inmenso atasco provocado por la destrucción de tres puentes estratégicos sobre el río. La guerra ha desbaratado las rutas comerciales en los Balcanes. Los bombardeos de la OTAN son de precisión, pero sus daños colaterales no consisten sólo en provocar víctimas civiles y destrozo en Yugoslavia. Su onda expansiva afecta a la economía de toda la región. "La crisis de Kosovo tendrá un impacto económico negativo sobre el conjunto de los Balcanes", recalcó Mitja Gaspari, ministro de Finanzas esloveno.
Los más golpeados son los dos vecinos meridionales de Serbia, Macedonia y Albania, ambos sumergidos por los refugiados kosovares. Antes del estallido bélico, Macedonia era ya un país perjudicado por el embargo contra Yugoslavia y la tensión con Grecia. Ahora, la crisis se va a agudizar porque Serbia absorbía el 25% de las exportaciones de esta antigua república yugoslava y otro 65% transitaba por su territorio. "Macedonia está al borde del hundimiento", declaraba Zoran Andonovski, representante del Banco Mundial en Skopje.
Con una renta per cápita de 850 dólares (133.000 pesetas), Albania es el país más pobre de Europa, pero no va a ser el más afectado. Su economía se estaba ya recuperando, con un crecimiento del 8% en 1998, y el desembarco de decenas de ONG para atender a 360.000 refugiados y de tropas de la OTAN va a suponer un impulso para su hostelería, sus infraestructura y sus telecomunicaciones.
En un segundo círculo concéntrico de perjudicados figuran Rumania y Bulgaria. Por las carreteras, los ferrocarriles y el tramo serbio del Danubio, ahora cortados, transitaban la mitad de las exportaciones búlgaras, que han buscado una ruta alternativa a través de Rumania. Sofia ha estimado en 41.000 millones de pesetas las pérdidas mensuales que le genera un conflicto que compromete la mejora en curso de su economía. Aunque depende menos de Serbia para hacer llegar sus exportaciones a la UE, Rumania teme que la guerra acentúe su recesión económica. El año pasado su producto interior bruto ya cayó un 7,2%.
Al margen de sus problemas específicos, todos los Estados de la región, incluidos aquellos más estables como Hungría, Eslovenia o Croacia, comparten un mismo temor: que la prolongación de la contienda comprometa la inversión extranjera. El asunto tiene tanta más importancia que algunos de ellos están embarcados en ambiciosos planes de privatización que sólo podrán llevar a cabo si se mantiene el "apetito" de las multinacionales.
El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial han evaluado, en sendos estudios, el coste del conflicto para los vecinos de Yugoslavia. Si el alto el fuego se logra en poco tiempo será de unos 125.600 millones de pesetas, una cantidad apreciable para países tan paupérrimos. Si la guerra se prolonga hasta fin de año se duplicará ampliamente. Uno tras otro, los dirigentes de los países afectados han ido poniendo sobre el tapete sus reivindicaciones financieras. La ministra albanesa de Cooperación económica, Esmelinda Meksi, fue la primera al pedir a principios de semana, ante la asamblea del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, 94.000 millones de pesetas de ayuda humanitaria y otros 34.500 de apoyo presupuestario para Tirana.
Las palabras Plan Marshall se han puesto de moda entre los responsables balcánicos, y ante su demanda, los occidentales no han hecho oídos sordos. A propuesta de Francia, la UE se dispone a conceder una moratoria de dos años sobre la deuda externa de Macedonia y Albania, que costará a los Quince 25.300 millones de pesetas.
Más aún, el canciller alemán, Gerhard Schröder, abogó el 14 de abril por la necesidad de otorgar "un Plan Marshall para esta región. Resultará caro para Europa, pero, desde luego, menos que seguir haciendo la guerra" y, en parte con ese propósito, se celebrará en Alemania una conferencia a finales de mayo. El Fondo Monetario Internacional ha calculado ya que Albania, Bulgaria, Macedonia y Rumania necesitarán créditos por valor de 1,51 billones de pesetas para compensarles por la acogida de refugiados y sus pérdidas comerciales.
Algunos de estos países sueñan, sin embargo, con que, más allá de una ayuda puntual, la crisis les sirva para acercarse a ese paraíso prometido que constituye para ellos la UE. El ministro albanés de Asuntos Exteriores, Paskal Milo, pidió el 19 de abril una adhesión rápida, similar a la que obtendrán Polonia o la República Checa, pese a que Albania no cumple los requisitos necesarios.
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