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Una coincidencia sospechosa

Palmer prefiere los coches a las motos. Y ahora tiene una razón más. Nadie desconoce que los dos restaurantes Harleys de la isla son suyos, ni tampoco que el matón que golpeó a Julia Bango, la abogada del PP que investiga presuntos casos de corrupción, lo hizo a lomos de una Harley Davidson. Hay quien no ha tardado en vincular ambas circunstancias. "Me parece espantoso", dice, "que alguien busque coincidencias tan absurdas". Está convencido de que hay tres factores que alimentan los rumores contra él. Uno, la cercanía de las fechas electorales; otro, el inmediato juicio en el Reino Unido: "Es la única causa pendiente con la justicia e intentarán agrandarlo. Soy víctima de la corrupción policial inglesa". El tercer motivo, sospecha, es su pelea con el libanés Mohamed Derbah, su antiguo hombre de confianza. "Nunca fue mi jefe de seguridad", aclara Palmer, "porque no creo que sea capaz de proteger a nadie".

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El británico sospecha que su antiguo amigo está ensuciando el ambiente contra él, aireando trapos sucios. "Se fue de mi empresa", explica, "sin que yo lo despidiera, cuando supo que estaba investigando su gestión".

Palmer entiende castellano. Incluso lo habla cuando está entre amigos. Pero nunca en público, delante de extraños. Tampoco mira directamente a los ojos. Al dar un apretón de manos agacha la cabeza y sólo al cabo de un rato gira sus ojos hacia el invitado, sin torcer el cuello, como si quisiera adivinar lo que piensa. "No me voy a ir de aquí", promete al final, "Tenerife es mi oficina. No le tengo miedo a nadie. Mi momento está al llegar".

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