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El nuevo capitalismo europeo

Joaquín Estefanía

El nuevo capitalismo europeo se caracteriza por la búsqueda del tamaño adecuado para competir en el mercado global. Se necesitan grandes grupos europeos para rivalizar con la concentración norteamericana, con las empresas japonesas y con los gigantescos fondos de pensiones que, en última instancia, son los mayores propietarios de las sociedades. En los últimos tiempos se asiste a una oleada de fusiones y adquisiciones en la Unión Europea, algunas de las cuales (la oferta pública de adquisición de acciones de la BNP sobre Paribas y Société Générale; la OPA de Olivetti sobre Telecom Italia) no son precisamente amistosas. Según datos de la empresa de estudios Securities Data, durante el primer trimestre del año, el total de anuncios de fusiones y compras de empresas europeas sumó 345.000 millones de dólares, el volumen más alto registrado en la historia. Esta cifra barrió el anterior récord, del último trimestre de 1998, que sumaba 196.300 millones de dólares, y supera más del 50% del total de las fusiones que se realizaron a lo largo del ejercicio anterior. Estos datos no contemplan ni el intento de BNP, ni la alianza entre Renault y Nissan, ni, por supuesto, la operación más impactante de todas: la fusión entre Deutsche Telekom (DT) y Telecom Italia (TI).

El pasado jueves se anunciaba en Londres el acuerdo para fusionar DT y TI, en lo que constituiría el primer grupo paneuropeo de telecomunicaciones, apodado Supertelecom mientras se encuentra un nombre más adecuado. Cuando se haga realidad esta fusión, pendiente de la aprobación de sus juntas generales de accionistas, Europa dispondrá de un grupo de telecomunicaciones capaz de competir con las megaempresas norteamericanas y japonesas. Supertelecom será una sociedad cuya capitalización bursátil supera los 173.000 millones de dólares, con una facturación de 71.000 millones de dólares, 300.000 empleados, 100 millones de clientes y 33 millones de suscriptores a su telefonía móvil. Si la empresa supera los problemas que tiene para constituirse (de propiedad, regulatorios y de recomposición de alianzas) habrá que sustituir algunos de los paradigmas que se consideraban hasta ahora como inmutables en el sector de las comunicaciones:

- Que las combinaciones entre antiguos monopolios telefónicos en Europa eran imposibles de llevarse a cabo.

- Que los acuerdos entre compañías telefónicas europeas debían tener necesariamente un brazo norteamericano; el caso de British Telecom con AT&T, o de la británica Vodafone para comprar la estadounidense Airtouch y constituir un gigante mundial de la telefonía móvil.

- Olivetti, que aspiraba a quedarse con TI a través de una OPA hostil, puede pasar de cazador a cazado después del anuncio entre DT y TI.

- Italia será un campo de batalla excepcional, dentro de una Europa en la que DT ha tomado la iniciativa marginando a la otra grande, France Télécom; en ese país competirán las dos principales telefónicas alemanas, DT y Mannesmann AG, que tiene una importante participación en el negocio de telecomunicaciones de Olivetti.

- La siguiente fase después de la fusión DT-TI será, paradójicamente, la de privatizar la entidad resultante; en estos momentos, el Estado alemán sigue siendo el propietario de tres cuartas partes del capital de DT (el 74%), mientras el Estado italiano aún posee el 3,4% de TI. Este último no ha hecho uso de la golden share, a la que tenía derecho, para evitar la fusión de las dos telefónicas, pese a que el capital alemán será mayoritario (56%, frente a un 44% italiano) en la entidad resultante.

- La fusión obligará a moverse a las homólogas europeas: ¿qué harán BT, France Télécom y Telefónica para ganar tamaño y adoptar medidas defensivas para evitar ser absorbidas? Las empresas norteamericanas y japonesas también habrán de rediseñar sus estrategias internacionales: a partir de ahora, ya existe competencia europea capaz de resistir a los imperialistas del otro lado.

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