España eleva hasta 1,1 puntos su diferencial de precios con la zona euro
Los precios crecen en España a mayor velocidad que la media de países de la Unión Europea y de la zona euro. Según publicó ayer Eurostat, la Oficina Estadística de la UE, el índice de precios al consumo (IPC) armonizado de marzo se elevó en España al 2,1%, tres décimas más que en febrero, mientras que en la UE (1,2%) y en la zona euro (1%) el incremento fue de dos décimas. España pasa a ser el segundo país con más alto diferencial de precios (1,1 puntos) respecto de la media euro.
Según este IPC armonizado, que se elabora con los mismos criterios en todos los países de la UE, la inflación en España fue el pasado mes de marzo del 2,1% en relación al mismo periodo del año anterior. El IPC elaborado con normas nacionales fue una décima superior, el 2,2%, en marzo pasado. El resultado del IPC armonizado indica que la posición competitiva española se ha deteriorado con respecto a los demás países de la UE y en relación a los del euro. La media de los quince países de la UE fue del 1,2%, mientras que la de los once países del euro fue del 1%. Este diferencial español de 1,1 puntos, respecto de la media de los países que comparten moneda, supera en una décima el registrado en febrero pasado. En aquel mes, la tasa interanual de inflación fue para España del 1,8%, mientras que en la zona euro fue del 0,8% de media.
El empeoramiento español es más significativo en relación al punto de partida, es decir, respecto de mayo del pasado año, primer mes en que se empezó a publicar el índice armonizado para la zona euro. En aquel momento, la inflación española era del 2% y la media del euro, del 1,4%. Es decir, un diferencial de seis décimas que ahora casi se ha duplicado (1,1 puntos). La diferencia es aún mayor en relación a la media de la UE, que en mayo de 1998 era del 1,6%, es decir, con un diferencial para España de cuatro décimas que ahora se ha más que duplicado (nueve décimas).
España ha perdido también en marzo una posición en su medida de precios con los demás países. En febrero era el cuarto país con peor inflación de la zona euro, detrás de Portugal (2,7%), Irlanda (2,3%) y Holanda (2%). En marzo ha pasado a ser el segundo país del euro con peor dato de precios, delante de Portugal (2,8%), y el tercero de toda la UE con Grecia a la cabeza (3,2%).
Frente al 2,1% de inflación española, Alemania registró un 0,5%, Austria un 0,1%, Bélgica un 1,3%, Finlandia un 0,9%, Francia un 0,5%, Holanda un 2%, Irlanda otro 2%, Italia un 1,4%, Luxemburgo un 0,6% y Portugal un 0,8%.
Esto hace una media del 1% para los países de la unión monetaria, mientras que para el resto la inflación fue del 1,7% en el caso de Dinamarca, del 3,2% en el de Grecia, del 1,7% en el Reino Unido y del 0,5% en Suecia. La media del conjunto de la UE fue del 1,2%. Por sectores, únicamente en transporte la inflación española ha sido ligeramente inferior en marzo a la media de los demás países del euro. En ese sector, España aumentó sus precios un 0,1% en marzo con respecto al mismo mes del año anterior, frente al 0,2% de la zona euro.
En los demás capítulos del IPC armonizado, España supera al resto de países con moneda única. La diferencia más importante es en el apartado de comunicaciones, que en España subió un 5,5% en marzo pasado, mientras que en la media de los países de la unión monetaria se registró un descenso del 3%.
En alimentación, España registró una subida del 2,2%, frente al 1,1% de la unión monetaria; en vivienda fue del 1,1% y en la unión monetaria del 0,6%; en ocio y cultura, del 2,3% y del 0,5% en los países del euro; y en hoteles y restaurantes, del 3,7% frente al 2,2%.
Créditos para familias
Por otra parte, el último boletín del Banco Central Europeo (BCE) señala que las familias europeas acumulaban a finales del pasado año el 52% de los créditos concedidos en la Unión Europea al sector privado no financiero y destinaron la mayor parte de esos fondos, el 59%, a la compra de vivienda. Los datos del BCE demuestran que los solicitantes de créditos prefieren que su amortización sea a medio y largo plazo, de forma que el 95% de los destinados a compra de vivienda superan los cinco años.
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