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Reportaje:

Corazón cansado

Llegó ayer por la tarde al aeropuerto de Manises, procedente de Accra (Ghana), y acompañado de Carmen López, una integrante de la ONG Aviación Sin Fronteras, con quien pudo entenderse en el avión gracias a las "poquitas" palabras de inglés que conoce. El viaje desde África, con escala en Barcelona, le dejó tan exhausto que apenas podía mantener los ojos abiertos pese a las cámaras de televisión y los flashes de los fotógrafos. Se llama Kwasi Oppong Akuoko, tiene seis años recién cumplidos y es el primer niño que llega a Valencia para ser intervenido por el equipo del cirujano José María Caffarena, dentro del programa Viaje hacia la vida, una iniciativa de la Fundación Tierra de Hombres que cuenta con la colaboración de la Fundación Sanitas y el hospital 9 d"Octubre. La enfermedad que padece Kwasi es una cardiopatía congénita del tipo Tetralogía de Fallot, una afección que le fue detectada a los tres años tras un cuadro de disnea (dificultad respiratoria). Tras él irán llegando un total de doce niños procedentes de diversos países africanos donde la escasez de recursos económicos o la falta de medios técnicos adecuados les impediría sobrevivir a su enfermedad. "No creo que sepa a lo que viene, pero seguro que sus padres le han explicado que van a estar separados un tiempo", comentó López, todavía apenada por "la mirada de tristeza" de Kwasi a su llegada al aeropuerto de Barcelona. Aunque no deja de ser un niño, y los escaparates repletos de juguetes del Duty Free le abrieron los ojos de par en par. Anoche mismo fue ingresado en el centro hospitalario, donde será sometido a diversas pruebas, antes de la intervención quirúrgica, que se realizará el lunes. El postoperatorio durará entre 12 y 14 días y cuando le den el alta permanecerá todavía en Valencia un par de semanas, acogido en una familia, hasta su total recuperación. Durante todo ese tiempo estará permanentemente acompañado; un grupo de voluntarios de la fundación se turnarán para no dejarlo solo ni un momento en la habitación del hospital. La operación es muy complicada, pero los organizadores de este proyecto sanitario confían en que todo saldrá bien.Cuando regrese a su país, voluntarios de Tierra de Hombres realizarán el seguimiento del pequeño, según explicó ayer Francisco Giner, portavoz de Sanitas. La familia de Kwasi, de religión pentecostal, vive a 200 kilómetros de la capital de Ghana, en una casa de tres habitaciones, con agua corriente y electricidad. Su padre trabaja en una mina extractora de oro y su madre es profesora en una escuela. Tanto ellos como las seis hermanas del pequeño, que está escolarizado y aprende inglés en la escuela (su lengua materna es un dialecto local) recibirán semanalmente un informe sobre su estado de salud. El acuerdo firmado el pasado 31 de marzo entre las entidades implicadas en el proyecto prevé realizar ocho intervenciones quirúrgicas a niños aquejados de patologías cardiacas, antes de que finalice el año. Valencia se suma así a un proyecto desinteresado en el que están involucrados médicos, enfermeras y voluntarios de ciudades como Madrid, Sevilla, Málaga, Pamplona o Vitoria, y que hasta el momento ha permitido salvar la vida de un centenar de niños en cuatro años. Un grupo de 50 voluntarios, además del equipo de Caffarena, que cuenta con el apoyo del cardiólogo Pascual Malo y el pediatra Rafael López, se han involucrado en este proyecto, que comienza con Kwasi y seguirá, según los responsables de la fundación, con Mariama Djoulde, una niña guineana de cuatro años con una comunicación interventricular. La labor de los voluntarios consiste fundamentalmente en atenuar la tensión de los enfermos, que además del temor de las operaciones no pueden ocultar la desconfianza que generan las diferencias de lengua y cultura. Ayer, además de los periodistas, un enorme oso blanco de peluche aguardaba a Kwasi en el aeropuerto de Manises, para que el pequeño invente sus propios juegos durante el fin de semana. Aturdido y asustado, el niño lo acarició levemente, ajeno a la expectación generada. Entretanto, y no muy lejos de Valencia, continúa la recuperación de un grupo de mujeres de Bangladesh que fueron atacadas con ácido sulfúrico por el despecho de sus futuros esposos, y cuyos rostros desfigurados crearon un fuerte impacto en la opinión pública de todo el país. Dos iniciativas desinteresadas, con médicos valencianos como protagonistas.

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