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Caballetes sin ataduras

La asociación cultural Taller del Aire pretende ser la alternativa a la Facultad de Bellas Artes de Sevilla

Margot Molina

Todo el mundo tiene algo de artista dentro. El pintor Alberto Donaire está convencido de ello y lo ha dispuesto todo para demostrarlo, para que no se desperdicie ni un ápice de creatividad. El Taller del Aire, una asociación cultural que funciona en Sevilla desde 1995, se ha convertido en una alternativa a la facultad de Bellas Artes. Liberados de presiones académicas, los aprendices de artistas se enfrentan sin miedo al lienzo. "Yo no trabajo con conceptos, sino con personas y cada uno tiene unas necesidades distintas", puntualiza Alberto Donaire. "Esto no tiene porque ser un complemento a la formación que te dan en Bellas Artes, puede funcionar independientemente. La facultad puede llegar a darte más deformaciones que formación", asegura Carmen Rodríguez, sevillana de 24 años y alumna de segundo de Bellas Artes, mientras dibuja a una modelo que posa en el estudio. El Taller del Aire es un lugar abierto en el sentido literal de la palabra. "Cada persona tiene su llave y puede venir a cualquier hora, esto es su estudio", añade Alberto Donaire (Úbeda, Jaén, 1962), fundador y director del proyecto. Además de las clases de pintura y dibujo que durante todo el año imparte Donaire y las de modelado que ofrece el escultor Antonio Sosa, el centro organiza cursos. Por el local de la calle Almansa, en pleno Arenal, han pasado la fotógrafa Ouka Lele y el pintor Javier Buzón, entre otros. El taller es ambicioso y pretende continuar con figuras como Guillermo Pérez Villalta o el escultor Cristóbal Martín, aunque todavía no tienen fecha fija. "Mi ilusión es que esto se convierta en una alternativa a la facultad de Bellas Artes, porque estoy convencido de que cada persona tiene una capacidad, lo que ocurre es que no todos pueden desarrollar esa vena artística", asegura Donaire, un pintor atípico que, a pesar del reconocimiento que tenía su obra, en 1992 desapareció del mapa. A Donaire, que había expuesto en París, Barcelona y Madrid, no le importó hacer de guía en el Parque Nacional de Doñana, de traductor y hasta de pintor de brocha gorda. Durante seis años, el artista ha estado encerrado, "buscando un camino propio que no es ni moderno, ni antiguo", explica. El resultado es un cambio radical en su obra, un acercamiento al retrato y a las naturalezas muertas como consecuencia directa de la influencia de dos grandes maestros: Velázquez y Van Der Weyden. "Me retiré porque lo que estaba haciendo no tenía interés, ahora he encontrado un camino nuevo", asegura Donaire que, hasta el 24 de abril, expone en la galería Félix Gómez de Sevilla. "Aquí hay menos rigidez, puedes desinhibirte y descubrir cosas de tí misma, algo que en la facultad nunca ocurre", dice Clara Castellano, sevillana de 37 años que, después de un lapso de 14 años, ha retomado la pintura. Ángela Fontán, 18 años, es la más joven de las 25 personas que asisten regularmente a clase, además del centenar que ha pasado por los cursos. "Quiero estudiar veterinaria, pero la pintura me gusta mucho. Tengo claro que estas cosas son importantes para crecer y desarrollarte como persona", apunta Ángela, que a veces cambia una tarde de tonteo con sus compañeros de COU por el caballete. Lo que se enseña en este taller, una asociación cultural que se mantiene gracias a las coutas de sus socios, es el oficio, algo a lo que últimamente no se presta mucha atención. "Nosotros nos paramos en la técnica, algo que está muy denostado porque ahora no está de moda", concluye Donaire.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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