Los españoles aprecian que mejora la economía general, pero no la familiar
La valoración de la situación económica española sigue una evolución que no cabe sino calificar de espectacular: trimestre a trimestre, a lo largo de los últimos dos años, el porcentaje correspondiente a quienes expresan una valoración positiva ha seguido creciendo, alcanzando en cada ocasión niveles nunca antes conseguidos. En la oleada de este Barómetro de Primavera sube ya al 44% la proporción de españoles que definen la situación de la economía española como buena o muy buena. Este porcentaje representa el doble de quienes así opinaban hace dos años, el doble de quienes dicen lo contrario ahora y un 50% más del voto real sobre censo a favor del PP en el año 1996.
Estancamiento personal
La percepción de una situación de bonanza económica parece así afianzarse y generalizarse. No deja por ello de resultar llamativo que, al mismo tiempo, permanezca estancada la valoración de la situación económica personal: de hecho, en la presente oleada del barómetro, es dos puntos más bajo que hace un trimestre (14% frente a 16%) el porcentaje de entrevistados que declaran que su economía doméstica ha mejorado. Esta falta de paralelismo entre la valoración de la situación económica global y la personal sugiere dos posibles interpretaciones de signo muy distinto: por un lado, puede significar que los españoles no están percibiendo una mejora en sus economías domésticas similar o proporcional a la que perciben en la economía nacional. Sencillamente, la bonanza no se estaría repartiendo por igual.
Pero por otro lado, estos datos pueden ser resultado de una mayor propensión a admitir mejoras en el contexto general que en el personal, ámbito este último donde las expectativas pueden dispararse más fácilmente y donde la sensación de privación relativa puede ser más difícil de paliar.
También conviene tener en cuenta a la hora de valorar la percepción de los españoles de la situación económica que el barómetro de Demoscopia se realizó del 12 al 14 de abril. En esa fecha, aún no se había producido la decisión del Consejo de Ministros de tomar medidas -rebaja de tarifas telefónicas, de electricidad, de autopistas de peaje o de servicios de notaría- para detener una escalada de la inflación que estaba amenazando con poner en peligro los objetivos anuales previstos por el Gobierno.
