El enigma fotográfico de Carlos Saura
El cineasta expone en Almería una muestra de su última obra digital
La Sala de las Murallas del Centro Andaluz de Fotografía (Almería) expone hasta el 30 de mayo las fotografías digitales del cineasta Carlos Saura, nacido el 4 de enero de 1932 en Huesca. Lo que allí se ve es la muestra de un fotógrafo cuyos álbumes en blanco y negro están construidos con vocación de diario -hace retratos en primera persona- en los que cuenta su día a día meticulosamente.
Ahora, Saura ha aparcado la Leica que siempre le acompañó para pasar a la fotografía digital. Aquella era una Leica más de las de su colección de cámaras, una colección que supera posiblemente, en calidad y cantidad, a las de algunos museos de Europa. Entre sus cámaras hay muchas construidas por él mismo: un objetivo de Hasselblad o un cuerpo de Ermanox se pueden ver sometidos a la transformación en una nueva marca en la que siempre aparece su apellido (así, la Sauracam, por ejemplo).
Saura registra digitalmente sus rodajes -últimamente, muchas de estas fotos condensan las atmósferas del director de fotografía Vittorio Storaro, como las de Tango o Goya-, una técnica que también utiliza con su familia, sus hijos, su entorno y él mismo.
Sus autorretratos son el hilo conductor de toda la obra, tanto digital como analógica, que sale de su laboratorio doméstico. Siempre apostó, en clave fotográfica, por un futuro de imágenes directas que ahora se leen en tiempo real, descompuestas en los laberínticos cuadros que conforman el esqueleto de los píxels (el pixelado del Photoshop) y la cirugía estética de la interpolación. Fotográficamente, Saura siempre ha estado fuera de los códigos, jugando al juego del que busca y encuentra.
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