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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fomento del caos

EL MINISTRO de Fomento ha logrado lo que parecía imposible: hacer del avión el medio de transporte más lento y azaroso. Día tras día, en un imparable deterioro, decenas de miles de ciudadanos se estrellan en las terminales de los aeropuertos con toda suerte de obstáculos que nadie parece dispuesto a explicar y mucho menos a responder de ellos. El cada día más ocurrente portavoz del Gobierno recurrió el viernes a la imprevisión inversora de sus antecesores, un argumento muy socorrido de Rafael Arias hace un par de años. ¿Pero no se construyó la nueva pista de Barajas precisamente para superar la pesada herencia de los socialistas? En todo caso, ahora parece decidido a convencernos de que no está mal que sólo el 90% de los vuelos sufra retrasos. La navegación aérea es cuestión compleja en la que inciden factores tan diversos como los cambios de rutas aéreas, el humor de los pilotos, la climatología, la gestión de los aeropuertos, los intereses de las compañías, etcétera. Y, por supuesto, las guerras, máxime cuando son aéreas. El titular de Fomento parece empeñado en reunir de una vez todos los ingredientes en aras del caos total.

En estos tres años, el ministro Arias Salgado ha demostrado una singular eficacia como guillotinador de subordinados: un secretario de Estado de Infraestructuras, dos directores generales de AENA, dos directores de Barajas y un director del Plan Barajas han sido destituidos. Han rodado cabezas, pero no así los aviones. Y a estas alturas vale preguntarse de qué han servido la nueva torre y el sistema informático de control, la tan esperada tercera pista o el nuevo balizamiento. Más de 100.000 millones de pesetas inyectados en Barajas en los últimos tres años no impidieron el viernes que más de 65.000 personas viesen trastocados sus planes, sus negocios, su tiempo y su dinero de una sola tacada. ¿A quién pueden reclamar por ello?

En este viaje sin salida ni retorno, ¿hay que recordar episodios como el cierre de Barajas por el corte de un cable, la rotura de la plataforma antihielo el primer día de frío, la pérdida de 15.000 maletas, el caos generado por predicciones meteorológicas incumplidas? La desidia se extiende por doquier; también a Barcelona, donde el mismo viernes se cancelaron 49 vuelos. Claro que el ministro Arias puede aún superarse. A poco que Aznar le mantenga -y la reprobación del Parlamento es casi un seguro de continuidad-, puede lograr que los retrasos afecten a todos los vuelos. Incluso al AVE, que ayer tuvo que devolver el importe en uno de sus trayectos. Todo sea para evitar agravios.

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