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Prodi promete que la Comisión europea que él presidirá hará "pocas cosas pero importantes"

Xavier Vidal-Folch

La próxima Comisión Europea, hará "pocas cosas importantes", aseguró anoche el hombre llamado a presidirlo, el expresidente del Consejo de ministros italiano, Romano Prodi, tras la minicumbre informal de jefes de Estado y de Gobierno que le acogió. El equipo de Prodi, que entrará en funciones después del 20 de julio -en agosto o septiembre, según cuando sean las audiencias parlamentarias- corre ya antes de nacer un serio peligro. El de quedar sometido a un estricto control de los Gobiernos de la Unión Europea. Algo que negó el canciller Gerhard Schröder.

Prudente y humilde, lidiando con sus mentores y ante parlamentarios en fronda, Prodi procuró comprometerse muy poco. No lanzó ni un esbozo de grandes objetivos, más allá de enunciar telegráficamente las ideas de siempre: recuperación económica y lucha contra el paro, prevención de las crisis asimétricas, política exterior, reforma institucional previa a la ampliación y desarrollo de un espacio de libertad y seguridad. Anunció que ya ha empezado su trabajo, diseñando el perfil de los comisarios que le acompañarán, reflexionando sobre la reorganización del Ejecutivo y preparando su programa. Punto.Casi. Le añadió una coletilla que hizo fruncir el ceño a muchos. "Todo esto respetando la subsidiariedad y la descentralización, de forma que en Bruselas se harán pocas cosas importantes, el resto no deberá interesar", apostilló. Algunos, demasiado malignos, interpretaban que ese "pero" elíptico no era tal, y que el profesor proponía hacer "pocas cosas importantes", como literalmente dijo y parece completamente excluido. Otros consideraron la referencia a la subsidiariedad una mera cortesía a los Gobiernos que le nombran, celosos de que Bruselas no sea más importante que ellos mismos.

Ninguna de ambas interpretaciones tiene gran interés. Lo importante es que el día de su primera cumbre, el democristiano que encabezó la izquierda italiana fabricó un lema calcado que facilitó la crisis en que se ha visto envuelto a su predecesor, Jacques Santer: "Actuar menos, para actuar mejor", lo que acabó traduciéndose en un colegio de comisarios débil y vulnerable Aunque en su presentación Schröder se llenó la boca de que los quince líderes querían "una Comisión fuerte", durante la mañana anticipó en una comparecencia parlamentaria que pediría a Prodi que "elabore su programa de trabajo en concertación con el Parlamento Europeo y con los Estados miembros". Lo nunca visto. No es que los antecesores de Prodi hayan ido por libre. También fueron nombrados por los jefes de Gobierno y pactaron más o menos su actuación con ellos y los eurodiputados. Pero reservándose la autonomía institucional, la capacidad de iniciativa, y una ambición de preeminencia de la Comisión -en su calidad de motor de la construcción europea- respecto de las demás instituciones.

¿Es que en realidad pretende un ejecutivo en libertad vigilada?, se le preguntó. "Yo propuse su nombre porque tiene bastante conciencia personal como para que nadie deba andar vigilándole", respondió el canciller con evidente malhumor, añadiendo que la pregunta se "equivocaba de plano". ¿Se siente prisionero de un Consejo en el que algunos pretenden convertir a la Comisión en mera secretaría técnica del Consejo?, se inquirió a Prodi. "Son dos voluntades que deben encontrarse", se zafó, hábil.

Lo cierto es que Alemania defiende la rebaja de poderes de la Comisión, y el primer ministro británico Tony Blair también se apunta a eso. "El Reino Unido y otros, como Dinamarca, pretenden enjaular a la Comisión", denuncia un diplomático de un país integracionista. En este bloque se integran España, Portugal y países pequeños.

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