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El déficit de las bibliotecas escolares marca el inicio de la Comisión de Lectura Pública

La realización de un estudio pormenorizado sobre el estado actual de las bibliotecas escolares, tanto en centros de primaria como de secundaria, con el objetivo de potenciar su papel en la formación de los alumnos, es el primer punto de la agenda de la recién creada Comisión de Lectura Pública de Barcelona, que ayer se constituyó oficialmente en el Saló de Cent del Ayuntamiento de la ciudad. Esta comisión es un organismo de carácter consultivo en el que se integran diferentes administraciones, así como instituciones relacionadas con la lectura pública.

La Comisión de Lectura Pública, organismo cuya existencia exige la Ley de Bibliotecas en ciudades que disponen de biblioteca central urbana, celebró ayer su sesión constitutiva y su primera reunión, que estuvo abierta al público. Para ayudar a la casi treintena de miembros que la integran a situarse respecto al complicado mapa bibliotecario de la ciudad -deficitario aún en cuanto a bibliotecas públicas, pero con una gran cantidad de centros de distinta titularidad y objetivos-, se presentaron dos de las redes bibliotecarias más importantes, relacionadas ambas con el sistema educativo. Por una parte, el consorcio de bibliotecas universitarias, que, según explicó su presidente, Joan Majó, en los últimos 10 años se ha modernizado y centralizado, lo que permite una mayor coordinación entre los centros y la mejora del servicio. Menos optimistas fueron las informaciones respecto a las bibliotecas escolares. Mónica Baró, una de las responsables del tema en el Colegio Oficial de Bibliotecarios y Documentalistas de Cataluña, comenzó señalando la falta de estudios fiables; entre los muchos déficit de estas bibliotecas, señaló que suelen estar mal dotadas, con fondos obsoletos y centrados casi exclusivamente en la ficción, sin personal dedicado exclusivamente a su gestión y con caóticos sistemas de horarios y organización. La ley exige que en las escuelas e institutos haya un local para biblioteca, pero en ocasiones, recordó Baró, este espacio se destina a otros usos como, por ejemplo, el de comedor. Hubo coincidencia entre los asistentes en que es preciso un estudio actual de la situación con el objeto de crear una futura red que pueda coordinarse con el resto de bibliotecas públicas, así como un plan para eliminar la desigualdad de la oferta entre los distritos de la ciudad. El peor dotado es el de Ciutat Vella.

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