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GUERRA EN YUGOSLAVIA Los refugiados

El caos y la aglomeración hacen que 68 niños lleguen sin sus padres a Brazda

Los responsables del campamento intentan reagrupar a las familias, separadas desde Blace

Enric González

ENVIADO ESPECIALLa pared blanca de un barracón, a la entrada del gran campo de Brazda, se ha llenado de papelitos. Son las notas que dejan los refugiados que tratan de contactar con familiares. Están sujetas con tachuelas, cinta adhesiva o incluso chicle, y cada vez que el viento sopla se lleva alguna de ellas. Junto al barracón, un puesto de la Cruz Roja centraliza la búsqueda de los padres de 68 niños de corta edad que quedaron solos tras la evacuación de Blace, durante la noche del pasado martes. Yugoslavia ha reabierto sus fronteras con Macedonia y Albania.

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Algunos se perdieron a consecuencia de la caótica evacuación ejecutada por policías y soldados macedonios en la zona fronteriza de Blace, donde más de 50.000 ciudadanos albanokosovares quedaron atrapados durante cinco días, expulsados de Yugoslavia y no aceptados por Macedonia. La mayoría de los niños, sin embargo, perdieron el contacto con sus padres dentro de la misma hondonada de Blace y fueron recogidos por otras familias. La aglomeración y la presión de quienes iban llegando disgregó muchos grupos familiares."De entre todas las separaciones, la más grave y angustiosa es la que afecta a los niños. Si un marido ha sido trasladado a Turquía y la esposa permanece en Macedonia, por ejemplo, tenemos un problema grave, pero que se resolverá con el tiempo. Pero los niños no pueden decirnos quiénes eran sus padres. Y es fácilmente imaginable lo desesperados que estarán sus padres en estos momentos", explicó Paula Ghedini, delegada en Macedonia del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Los niños tienen entre uno y cinco años y no están en un solo lugar. La mayoría viven con familias de etnia albanesa en distintas ciudades macedonias. "Una casa particular en la que vivan otros niños es mucho mejor que un campo de refugiados. Aquí, en el hospital del campo, sólo están los que padecen resfriados o enfermedades estomacales, nada grave, en principio. Pero lloran, llaman a su madre, comen poco. A nosotros se nos parte el corazón", dijo una voluntaria de Cruz Roja en Brazda.

Cuando alguien se presenta en el puesto de Cruz Roja en busca de un niño perdido, una descripción basta para que el padre o la madre sean acompañados a los domicilios donde residen los críos que se ajustan a la edad y características detalladas. "Es lento, pero preferimos no crear una especie de orfanato", dijo Ghedini. Una docena de niños ya se habían reunido con sus familias ayer por la tarde. Quedaban 68. "Espero que a partir de mañana [por hoy] dispongamos de fotografías de todos los niños y distribuiremos copias por los campos. Ese sistema funcionó bastante bien en Ruanda", añadió.

En la entrada principal del campo de Brazda, con 32.000 residentes, reinaba un ambiente de zoco multitudinario y triste. A un lado del puesto de Cruz Roja, un centenar de personas examinaba el mosaico en papelitos del muro blanco. Alguien había escrito para una anciana analfabeta la lista, en caracteres latinos, de sus familiares, todos en paradero desconocido. El primero de los ocho nombres era Hujrije, su marido, nacido en 1926. El último era su nieto menor, Alí, nacido en 1997. El contacto era ella misma, en Brazda, o un pariente en Saarburg (Alemania). "Estábamos juntos en la frontera y los perdí cuando nos sacaron, estoy sola", relató entre lágrimas. Un equipo de voluntarios recorre los campos con megáfonos recitando nombres de personas a las que se busca, pero la eficacia de ese sistema es muy limitada por el tamaño de los campos y el bullicio que reina en ellos.

A unos 100 metros de la entrada de Brazda se cruzaban dos largas colas. Una, la de quienes esperaban para hacer una llamada telefónica -no hay derecho a más- en los aparatos instalados gratuitamente por France Telecom. La otra cola se formaba ante la agencia de viajes instalada por ACNUR para inscribir a quienes desean plaza en uno de los vuelos de evacuación hacia terceros países.

También en la entrada de Brazda se acumulaban los varios centenares de refugiados que habían atravesado el paso fronterizo de Blace durante el día. Yugoslavia reabrió sus fronteras el viernes por la noche y Macedonia permitía el paso de los albanokosovares, pero ayer sólo tres centenares cruzaron, frente a los 40.000 al día de jornadas anteriores. Hacia Albania pasaron un total de 1.650.

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