Lluvia de fuego sobre Escocia
Aunque han pasado más de diez años, las imágenes de los restos del Boeing 747 de la compañía aérea estadounidense Pan Am, que explotó en pleno vuelo sobre el cielo de Escocia aún están grabadas en la memoria colectiva internacional. El brutal atentado aquel 21 de diciembre de 1988, poco antes de la Navidad, no dejó ni la más pequeña oportunidad de supervivencia a los 259 personas que viajaban desde Francfort a Nueva York. Otras 11 fallecieron en tierra al precipitarse los restos del aparato contra ellos.El fortísimo explosivo que se deslizó en una maleta en la bodega de la nave, esparció los restos de sus cuerpos en un radio de varias decenas de kilómetros entre las colinas, los bosques y los lagos. Los habitantes de la pequeña localidad de Lockerbie, que realizan en aquel momento sus compras navideñas aún recuerdan aquella "lluvia de fuego". Los pedazos incandescentes del avión que fue literalmente pulverizado a 10.000 metros de altura costaron la vida a otras 11 personas al desplomarse sobre el suelo.
Tras más de 12.000 interrogatorios realizados en medio centenar de países por investigadores británicos y estadounidenses, y la aparicion de un detonador electrónico y de restos del explosivo, todas las miradas se volvieron hacia Trípoli, que se negó desde el primer momento a entregar a los dos acusados de haber orquestado la tragedia.
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