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De la pista de carreras a la adopción, pasando por una condena a muerte

Miquel Noguer

"Estamos sorprendidos, nos han llamado de todas partes y ya casi no nos queda ningún perro para ser adoptado". Así de eufórica hablaba la presidenta de la Associació de Defensa dels Animals d"Osona, Beatriu Cayuela, después de que los casi 250 galgos que cuidaba a la espera de encontrarles un propietario hayan ido partiendo hacia sus nuevas casas. El jueves por la tarde ya sólo quedaban 112 y se prevé que en pocos días todos abandonen la perrera y vayan a vivir con sus nuevos propietarios. Con estas adopciones acabará una historia que empezó cuando hace un mes y medio cerró el canódromo Pabellón de Barcelona. Tras el cierre, los propietarios de los galgos que allí competían optaron por llevar a los más jóvenes al otro canódromo de la ciudad. A los más viejos, en cambio, les esperaba un futuro peor, que pasaba por la inyección letal. Cuando la noticia llegó a oídos de esta entidad, se produjo una movilización para salvar a los galgos del sacrificio. Después de meterlos, como buenamente pudieron, en una granja de Vic, hicieron una llamada internacional para encontrar personas interesadas en adoptarlos. Era una llamada desesperada, ya que el coste de mantener a tantos animales habría acabado rápidamente con el pequeño presupuesto de la asociación. Las respuestas no tardaron en llegar, y lo han hecho de toda Europa y Estados Unidos. Marion Webb, responsable de la Sociedad Irlandesa para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales, se encontraba la semana pasada en Vic para ayudar a organizar las adopciones. Webb llegó de Irlanda después que unos amigos estadounidenses la alertaran de la situación de los galgos del canódromo de Barcelona. "El sacrificio de estos perros es intolerable en una sociedad como la nuestra" se quejaba Webb. Esta irlandesa asegura que el problema de los perros de carreras es universal: "No sólo ocurre aquí; en Irlanda y Gran Bretaña muchos canódromos hacen lo mismo, y nos hemos tenido que enfrentar con muchos de ellos". En muchos países anglosajones, donde las carreras de galgos son muy populares, se han creado asociaciones dedicadas exclusivamente a cuidar los perros que ya no sirven para competir. Cuando se le pregunta a Marion Webb por las razones concretas que la han llevado hasta Cataluña, su respuesta es tajante: "Por responsabilidad". Webb asegura sentirse "culpable" de que su país, Irlanda, sea uno de los grandes exportadores de cachorros de galgo para la competición. Por eso, ayer decidió hacerse cargo de los 112 animales que quedan en la improvisada perrera de la Associació de Defensa dels Animals d"Osona. En los próximos días, la asociación que ella representa intentará buscar una casa para cada uno de los perros que aún quedan en Vic. En principio se les buscará un hogar en Irlanda y en Gran Bretaña, pero no se descarta que se puedan llevar hacia otros países de Europa e incluso a Estados Unidos. Pocos de ellos se quedarán en España, puesto que la responsable de la entidad irlandesa no confía mucho en las buenas intenciones que han mostrado algunos interesados de este país. "No es que no me fíe de los españoles, pero conozco gente en varios países que cuidarán bien de los perros", se esforzaba a explicar Webb. Las restricciones a la hora de adoptar un perro han originado más de un conflicto. Manuel Callao y su mujer, residentes en Castellón, se mostraron molestos porque se les estaban poniendo muchos problemas para adoptar una pareja de galgos. Callao aseguró que tiene experiencia en el trato con perros y explicó que quería los galgos para llevárselos a correr con él. Aun así se encontró con la negativa de la representante de la Sociedad Irlandesa para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales. Al cabo de un buen rato de discusión, se llegó al acuerdo de que esta entidad se encargaría de llevarle un par de perros después de comprobar su idoneidad para cuidarlos. Tanto control en las adopciones no es fortuito. Las protectoras de animales aseguran que muchos galgos acaban ahorcados en árboles o envenenados cuando los propietarios descubren que tener un perro de estas características implica ciertos sacrificios. Una adoptante, Aurora Freixa, explicaba ayer el cambio de vida al que le ha llevado la pareja de galgos que tiene desde la semana pasada: "Mi marido y yo nos levantamos a las siete y los sacamos a correr tres veces al día". Aun así, esta adoptante no se queja, ya que convencer a su pareja para adoptarlos no fue una tarea fácil: "Me costó peleas, sudor y lágrimas", comentaba con una expresiva sonrisa en la boca. Desde que la dificil situación de estos galgos apareció en los medios de comunicación, mucha gente se ha interesado en las adopciones. No obstante, la presidenta de la Associació de Defensa dels Animals d"Osona ha puesto unos requisitos básicos: "No hemos dado ningún perro a gente que los quiera para la reproducción ni para hacer carreras", asegura. El posible sacrificio de los 250 galgos ha generado reacciones en todo el mundo durante los últimos días. La entidad osonense ha recibido cientos de llamadas de toda Europa y Estados Unidos que han producido una gran sorpresa en la entidad. La Sociedad Irlandesa para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales también ha visto como su trabajo con los perros tocaba el corazón a más de uno: "Estamos recibiendo dinero de gente de medio mundo y esperamos no defraudarles", explica Webb.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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