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El CCCB acogerá una gran exposición sobre el trabajo y su futuro

El trabajo ¿es un bien escaso condenado a desaparecer o sólo estamos asistiendo a su enésima transformación? Ésa es una de las preguntas que planteará la exposición Les cultures del treball en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Se trata de un proyecto franco-español, una coproducción del CCCB y la región francesa de la Lorena, los ayuntamientos de Forbach y Freyming Merlebach, y la institución que se ocupa de organizar actividades de todo tipo para celebrar la llegada del 2000.

"Desde hace siglos, cuando queremos identificarnos ante la sociedad, decimos de dónde somos y a qué nos dedicamos", explica Josep Ramoneda, director del CCCB, refiriéndose a la exposición que se inaugurará en Barcelona en mayo del 2000 y en Forbach en junio. "Su símbolo será una mano abierta. La mano representa la fuerza de trabajo, pero así, abierta, es también un símbolo de apertura hacia el futuro". La presentación del proyecto se ha hecho en Forbach, en las instalaciones abandonadas de las antiguas explotaciones mineras conocidas como Carreau Wendel. "La exposición se instalará aquí en lo que era el lavadero de carbón, un edificio gigantesco, de ladrillo y hierro, con silos adosados y atravesado por vías de ferrocarril. En Forbach la escenografía resulta más compleja o arriesgada porque tiene que competir con la potencia del lugar, con la memoria que encierra el sitio, con su grandeza y poder de evocación", dice Ramoneda. La ministra francesa de Cultura, Catherine Trautmann, ex alcaldesa de la vecina Estrasburgo, afirma: "No hay que olvidar que la construcción moderna de Europa comenzó con la comunidad del carbón; hoy la desaparición de las explotaciones carboníferas y de la industria de transformación que comportaban las minas nos obliga a interrogarnos sobre el futuro". La exposición, según Ramoneda, es en cierta manera "una respuesta a quienes hablan del fin del trabajo, pero también al optimismo tecnológico". El recorrido diacrónico comienza en los útiles prehistóricos y acaba con las utopías sociales imaginadas por el cine, pero antes el visitante podrá pasearse por la expulsión del paraíso -"ganarás el pan con el sudor de tu frente"-, la Venecia y el mercader imaginados por Shakespeare -"sirve para ilustrar la ruptura que supone la actividad comercial respecto a la época del trabajo agrario"-, la explotación del hombre por el hombre, la aparición del Estado todopoderoso y la burocracia generada por la empresa privada. "De todas las exposiciones francesas previstas para celebrar el 2000, ésta es la única encomendada a un extranjero. Puede que sea porque resulta la más arriesgada", dice Ramoneda riendo. El coste total del proyecto es de 17 millones de francos (unos 430 millones de pesetas). "Nosotros aportamos tres. Montar la exposición en Barcelona es mucho más barato, pero no sólo por razones de infraestructura, de decorado, sino también de salarios y costes sociales", añade. Las diferencias entre países son uno de los temas que aborda la exposición, ya sea tratando de la emigración o del poder de las multinacionales. "Manuel Castells y Martin Carney harán una serie de propuestas sobre el futuro y contra ciertos tópicos periodísticos. Las nociones de inmaterialidad, con el cerebro convertido en principal útil de trabajo; de empresa unipersonal; de policompetencia que exige formación continua y capacidad de generar valor añadido, y de la importancia de saber ordenar y utilizar la información serán las protagonistas de la última parte de la exposición".

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