Dos universitarias, contra Odón Elorza

El alcalde de San Sebastián, el socialista Odón Elorza, fue ayer víctima de otro acto de protesta por parte del entorno radical universitario. Un grupo de jóvenes saboteó su discurso, titulado San Sebastián hacia el III Milenio, cuando Elorza lo pronunciaba en la facultad de Derecho de la Universidad del País Vasco, en el campus de San Sebastián.Ya hace apenas tres días una veintena de jóvenes había boicoteado la presentación del último libro de Fernando Savater en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, a escasos 100 metros de la Facultad de Derecho. Savater tuvo que escuchar, impertérrito, insultos y amenazas de muerte. "Asesino" y "pim, pam, pum", le gritaron los reventadores.

En esta ocasión, dos universitarias pertenecientes a Ikasle Abertzaleak (estudiantes patriotas) entraron sin miramientos y colocaron en la mesa, desde la que Elorza disertaba, una ikurriña con crespón negro y la fotografía del miembro de ETA recientemente fallecido, José Luis Geresta Mujika, quien según la hipótesis con la que trabaja la Ertzaintza se suicidó al sentirse acorralado.

La acción contra el alcalde donostiarra fue un visto y no visto. En apenas diez segundos las dos jóvenes cumplieron con su cometido. El alcalde ni siquiera interrumpió la oratoria. Nada más abandonar el aula las saboteadoras, una alumna decidió retirar el adorno, y no se registraron más incidentes. En las inmediaciones del aula, los violentos habían depositado sobre el suelo un cartel en el que se podía leer PP-PSOE hiltzaileak (asesinos).

Parecido incidente se registró ayer en el ayuntamiento de Barakaldo, de cuyo salón de plenos la Policía Local retiró, por orden del alcalde, Carlos Pera, una cartel colocado por los concejales de Herri Batasuna

En Pamplona, también Cristina Ruiz, profesora de la Universidad Pública de Navarra y portavoz de las Nuevas Generaciones del PP en el País Vasco, tuvo que interrumpir su clase y abandonar el aula entre los gritos de un grupo de jóvenes boicoteadores. La profesora, amenazada desde que apareció su nombre en varios carteles, necesitó de la ayuda del servicio de seguridad para abandonar la clase.